El Sagrado Corazón de Jesús nos propone hacer un pacto:
Cuidar nosotros de su honra y de sus cosas, que Él cuidará de nosotros y de las
nuestras.
¡Qué buen negocio es hacer este pacto con Jesús, porque saldremos ganando, y mucho! Y la honra de Jesús y sus cosas son el Reino de Dios y las almas. Por eso si queremos obtener grandes favores de Dios, si necesitamos muchas cosas, tanto espirituales como materiales, si buscamos salud o bienestar, y nos hacen falta muchas más cosas, entonces no dudemos en lanzarnos a ocuparnos y preocuparnos por el Reino de Dios y la salvación de las almas, que el Señor se ocupará grandemente de nosotros, de quienes amamos, y de todas nuestras cosas y asuntos.
No es una novedad esto, porque ya Jesús ha dicho en su Evangelio que primero busquemos el Reino de Dios y su justicia y que todo lo demás se nos daría por añadidura.
Hagamos este pacto con Jesús y lancémonos a hacer el mayor bien que podamos, para que el Señor se ocupe de todo lo nuestro.
Es un dulce pacto que hacemos con el Corazón de Jesús, y que también podemos hacer con María Santísima, y entonces Ellos cuidarán de nosotros y de todo lo nuestro de manera maravillosa.
Dejemos de andar rumiando nuestros problemas y de estar angustiados por las diferentes situaciones materiales, morales o espirituales, y en cambio lancémonos al apostolado para salvar almas y traer el Reino de Dios al mundo, y entonces veremos con admiración que Jesús y María nos van preparando todo primorosamente, hasta en los mínimos detalles, y nos van solucionando los problemas.
¡Pero eso sí!, necesitamos una grandísima confianza, porque aunque viéramos que a simple vista las cosas pueden parecer que se complican, dejemos las manos libres a Jesús y a María para que nos ayuden realmente, incluso aunque creamos que sus decisiones sobre nosotros y todo lo nuestro parezca que no nos favorece, y tengamos absoluta confianza en Ellos.
¡Qué detalles de amor tendrán para nosotros Jesús y la Virgen! Cantaremos eternamente las misericordias del Señor, y no nos faltará nada de nada, y no sólo seremos felices en el Cielo, sino que ya aquí en la tierra viviremos contentos y en paz, seguros en medio del tráfago de la vida.
De nosotros depende hacer este pacto con Jesús y María, que es, en definitiva, la consagración a Ellos, pues no otra cosa es la consagración que este pacto de amor hecho entre Ellos y nosotros.