Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. http://la-oracion.com

lunes, 25 de mayo de 2015

Siete soplos del Espíritu Santo




El soplo de la Fe.
Ante el vendaval que asola la presencia de Dios,
el Espíritu Santo propone con suavidad,
pero con insistencia, a un Dios que no olvida
a sus hijos/as.

El soplo del Amor.
Frente al egoísmo, el Espíritu, crea en el amigo
de Jesús, sentimientos de justicia y de fraternidad.
Le hace sentir que, por ese camino, es como mejor
se llega a la eternidad.

El soplo de la Alegría.
La tristeza no se combate con acciones exteriores.
Es en el interior de las personas donde hay que
establecer motivos para ser felices.
El Espíritu Santo descubre en las entrañas
del creyente una fuente de alegría:
Jesucristo.

El soplo de la Esperanza.
La falta de horizontes es una realidad
en la sociedad que permite todo, pero no abre
puertas a la realización total del ser humano.
El Espíritu Santo nos hace ver la grandeza
que todos llevamos dentro y, por lo tanto,
mirar con optimismo a nuestra propia existencia.

El soplo de la Solidaridad.
Nunca, los hombres, hemos tenido tantos medios
para sentirnos acompañados y, por otro lado,
nunca tanta sensación de orfandad y de soledad.
El Espíritu Santo nos induce a la salir al encuentro
del otro para que, la solidaridad, sea también
el carné de identidad de los hijos de Dios.

El soplo de la Calidez.
Las relaciones personales, las prisas,
las responsabilidades y otras circunstancias,
nos empujan a estar distantes, a ser fríos
en palabras y gestos.
El Espíritu Santo concita al encuentro,
a signos de que denoten que nuestra
pertenencia a la familia de los hijos de Dios,
se traduzca en concordia y cercanía.

El soplo del Perdón.
Quien está en comunión con Dios, siente
la invitación de vivir en comunión con los hermanos.
El Espíritu Santo nos recuerda que, estar soldados
a la mano de Dios, exige ser misericordiosos
con los demás, aceptar el perdón y brindarlo
generosamente.

Y es que, el Espíritu Santo, es un canal por donde
se desprende la fe, el amor, la alegría, la esperanza,
la solidaridad, la calidez y el perdón de la gran fuente
de todo ello que está en el cielo.
¡Es Pentecostés!

P. Javier Leoz

 
 

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