Muchas veces
fracasamos en la vida porque queremos actuar por nuestra cuenta, solos, sin
pedir la ayuda de Dios ni dejar que sea el Señor y su Madre quienes nos vayan
preparando todo.
Algo similar le sucedió a Pedro que, a pesar de que era experto pescador, trabajó toda la noche, siendo la noche el momento ideal para la pesca, pero no pescó nada. En cambio cuando se dejó guiar y ayudar por Jesús, hizo una maravillosa pesca.
Así también nos sucede muchas veces a nosotros que, por falta de confianza en Dios, queremos actuar por nuestra cuenta, creyendo que somos expertos en algunas situaciones y conocimientos, y le damos muy poca o ninguna participación a Dios, y así las cosas salen mal o no se cumplen nuestras expectativas.
Y esta manera de actuar nuestra tiene directa relación con el grado de confianza que tenemos en Dios, porque si nuestra confianza es pequeña o nula, entonces querremos hacer todo por nosotros solos, echando las cosas a perder. En cambio si nuestra confianza en Dios es mayor, dejaremos a Dios que obre en nuestras vidas y recogeremos abundantes frutos.
A veces nos aferramos a algunas cosas o personas y somos presas del demonio que nos atrapa fácilmente porque tenemos ese amor desordenado. Es lo que les sucede a los monos. Dicen que para atrapar a los simios, los cazadores hacen un hoyo en tierra y colocan allí dentro una banana. Luego estrechan la boca del pozo. Entonces cuando el mono mete la mano en el agujero y toma la banana, los cazadores aparecen y capturan al mono porque éste, aunque parezca mentira, no quiere soltar la banana, y ésta no puede pasar por la boca estrecha del agujero. Y así lastimosamente el simio cae en la trampa por un amor desordenado.
¡Cuántas veces a nosotros nos sucede lo mismo con otras cosas o personas!
Estemos atentos a la voluntad de Dios, a soltar lo que nos hace mal, a seguir el soplo del Espíritu Santo que nos lleve adonde quiera, a pedir ayuda a Dios y dejarnos ayudar por Él, porque solos no podemos llegar muy lejos en la vida espiritual, ni sentimental, ni material.
Algo similar le sucedió a Pedro que, a pesar de que era experto pescador, trabajó toda la noche, siendo la noche el momento ideal para la pesca, pero no pescó nada. En cambio cuando se dejó guiar y ayudar por Jesús, hizo una maravillosa pesca.
Así también nos sucede muchas veces a nosotros que, por falta de confianza en Dios, queremos actuar por nuestra cuenta, creyendo que somos expertos en algunas situaciones y conocimientos, y le damos muy poca o ninguna participación a Dios, y así las cosas salen mal o no se cumplen nuestras expectativas.
Y esta manera de actuar nuestra tiene directa relación con el grado de confianza que tenemos en Dios, porque si nuestra confianza es pequeña o nula, entonces querremos hacer todo por nosotros solos, echando las cosas a perder. En cambio si nuestra confianza en Dios es mayor, dejaremos a Dios que obre en nuestras vidas y recogeremos abundantes frutos.
A veces nos aferramos a algunas cosas o personas y somos presas del demonio que nos atrapa fácilmente porque tenemos ese amor desordenado. Es lo que les sucede a los monos. Dicen que para atrapar a los simios, los cazadores hacen un hoyo en tierra y colocan allí dentro una banana. Luego estrechan la boca del pozo. Entonces cuando el mono mete la mano en el agujero y toma la banana, los cazadores aparecen y capturan al mono porque éste, aunque parezca mentira, no quiere soltar la banana, y ésta no puede pasar por la boca estrecha del agujero. Y así lastimosamente el simio cae en la trampa por un amor desordenado.
¡Cuántas veces a nosotros nos sucede lo mismo con otras cosas o personas!
Estemos atentos a la voluntad de Dios, a soltar lo que nos hace mal, a seguir el soplo del Espíritu Santo que nos lleve adonde quiera, a pedir ayuda a Dios y dejarnos ayudar por Él, porque solos no podemos llegar muy lejos en la vida espiritual, ni sentimental, ni material.
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