Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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viernes, 29 de mayo de 2015

Fieles a las mociones.



Ser santos

La santidad no consiste tanto en hacer ni mucho ni poco, sino más bien en dejar hacer a Dios en nosotros, y a dejarnos guiar por el Espíritu Santo que es el Autor de nuestra santificación.

Por eso lo que debemos cuidar en nuestra vida espiritual, si queremos adelantar y no retroceder, es ser fieles a las mociones del Espíritu Santo que Él nos da en cada momento del día, pues todos decimos que queremos ser santos, pero en la práctica somos poco dóciles a Dios y no estamos atentos a lo que Dios nos va pidiendo.

Siempre debemos hacer el bien y evitar el mal, ya que Dios nunca mandará a que hagamos el mal. También debemos conocer las reglas de discernimiento de los espíritus para saber si una moción viene en realidad de Dios, o del espíritu maligno, o quizás también de nosotros mismos. Por ello será de no poca ayuda el que tengamos un esclarecido director espiritual que nos vaya guiando por los caminos de la santidad.

Igualmente debemos saber que Dios no deja a la deriva a quien tiene buena voluntad y quiere ser santo, porque el Señor pondrá los medios para que el alma se santifique de una u otra manera. Y será un motivo más de gloria para el servidor que se haya vuelto santo contando con tan pocos recursos.

Estemos atentos a las mociones del Espíritu Santo para hacer en cada momento lo que Dios quiere que hagamos, y si no tenemos que hacer nada, no hagamos nada, porque el ser fieles a Dios no quiere decir que estemos constantemente preguntándonos o preguntándole a Dios qué es lo que quiere que hagamos. Recordemos que somos instrumentos en las manos de Dios, somos sus herramientas, y también el artesano tiene sus tiempos para usar cada una de sus herramientas, dejando en reposo las que no necesita por el momento, y a veces las limpia, las recompone, las restaura, e incluso las transforma en elementos decorativos de su casa, de tanto como se ha encariñado con una determinada herramienta. Dejemos a Dios que nos utilice como quiera, dándonos misiones importantes o no tanto, o quizás dejándonos en reposo por largo tiempo. Todo lo que hace Dios está bien, y a nosotros nos toca aceptar lo que Dios quiere, porque es lo mejor, y porque jamás se vio que una simple y pobre herramienta le dé consejos al que la maneja.

Sitio Santísima Virgen

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