Ser santos
La santidad no consiste tanto en
hacer ni mucho ni poco, sino más bien en dejar hacer a Dios en nosotros, y a
dejarnos guiar por el Espíritu Santo que es el Autor de nuestra santificación.
Por eso lo que debemos cuidar en
nuestra vida espiritual, si queremos adelantar y no retroceder, es ser fieles a
las mociones del Espíritu Santo que Él nos da en cada momento del día, pues
todos decimos que queremos ser santos, pero en la práctica somos poco dóciles a
Dios y no estamos atentos a lo que Dios nos va pidiendo.
Siempre debemos hacer el bien y
evitar el mal, ya que Dios nunca mandará a que hagamos el mal. También debemos
conocer las reglas de discernimiento de los espíritus para saber si una moción viene
en realidad de Dios, o del espíritu maligno, o quizás también de nosotros
mismos. Por ello será de no poca ayuda el que tengamos un esclarecido director
espiritual que nos vaya guiando por los caminos de la santidad.
Igualmente debemos saber que Dios
no deja a la deriva a quien tiene buena voluntad y quiere ser santo, porque el
Señor pondrá los medios para que el alma se santifique de una u otra manera. Y
será un motivo más de gloria para el servidor que se haya vuelto santo contando
con tan pocos recursos.
Estemos atentos a las mociones del
Espíritu Santo para hacer en cada momento lo que Dios quiere que hagamos, y si
no tenemos que hacer nada, no hagamos nada, porque el ser fieles a Dios no
quiere decir que estemos constantemente preguntándonos o preguntándole a Dios
qué es lo que quiere que hagamos. Recordemos que somos instrumentos en las
manos de Dios, somos sus herramientas, y también el artesano tiene sus tiempos
para usar cada una de sus herramientas, dejando en reposo las que no necesita
por el momento, y a veces las limpia, las recompone, las restaura, e incluso
las transforma en elementos decorativos de su casa, de tanto como se ha
encariñado con una determinada herramienta. Dejemos a Dios que nos utilice como
quiera, dándonos misiones importantes o no tanto, o quizás dejándonos en reposo
por largo tiempo. Todo lo que hace Dios está bien, y a nosotros nos toca
aceptar lo que Dios quiere, porque es lo mejor, y porque jamás se vio que una
simple y pobre herramienta le dé consejos al que la maneja.
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