Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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ACI prensa

La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. http://la-oracion.com

domingo, 22 de febrero de 2015

PRIMER DOMINGO DE CUARESMA


(Gén 9, 8-15; Sal 24; 1 Pe 3, 18-22; Mc 1, 12-15)

Desde el primer domingo de Cuaresma, las lecturas nos ofrecen la perspectiva de la Pascua. Gracias a quien será levantado en alto, vendrá sobre la tierra la Alianza definitiva, no solo la que selló Dios con Noé -"Yo hago un pacto con vosotros y con vuestros descendientes. Ésta es la señal del pacto que hago con vosotros y con todo lo que vive con vosotros, para todas las edades: Pondré mi arco en el cielo, como señal de mi pacto con la tierra" (Gén 9, 13)-, sino la que sella para siempre mediante su Hijo en la Cruz.
Si en tiempos antiguos la revelación anunciaba el perdón divino, cuánto más no será el ofrecimiento de la misericordia que se nos regala, por la ofrenda de Cristo. "... la paciencia de Dios aguardaba en tiempos de Noé, mientras se construía el arca, en la que unos pocos -ocho personas- se salvaron cruzando las aguas. Aquello fue un símbolo del bautismo que actualmente os salva" (1 Pe 3,20).
Es tiempo de gracia, tiempo de acoger el gesto supremo de Jesús. No podemos excusarnos con interpretaciones un tanto paganas que presentan a un dios vengativo, sádico y terrible, ante el que surge el miedo, el temor, el ansia de esconderse, como hizo Adán.
Jesús nos dice hoy: "Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed la Buena Noticia" (Mc 1, 15). Y creer en la Buena Noticia es creer en el Evangelio, es creer en Jesucristo. Y creer en Jesucristo es haberse encontrado con Él como con un amigo.

SANTA TERESA

La penitencia, el ayuno, la oración, la conversión, la radicalidad, el deseo de comenzar de nuevo no podrán tener consistencia, si no es por la relación que nos ofrece quien nos anuncia la proximidad del Reino de Dios.
Santa Teresa se dirige a sus monjas con palabras que podremos aplicarnos a nosotros mismos: "¡Oh hijas mías, que es Dios muy buen pagador, y tenéis un Señor y un Esposo que no se le pasa nada sin que lo entienda y lo vea! Y así, aunque sean cosas muy pequeñas, no dejéis de hacer por su amor lo que pudiereis. Su Majestad las pagará; no mirará sino el amor con que las hiciereis" (Los Conceptos de Amor de Dios 1, 6).
¡Ojalá la Cuaresma sea un tiempo en el que experimentemos la amistad con Dios hasta convertirnos en sus compañeros de camino de entrega! "¡Oh, qué buen amigo hacéis, Señor mío! ¡Cómo le vais regalando y sufriendo, y esperáis a que se haga a vuestra condición y tan de mientras le sufrís Vos la suya! ¡Tomáis en cuenta, mi Señor, los ratos que os quiere, y con un punto de arrepentimiento olvidáis lo que os ha ofendido!" (Vida 8, 6).

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