(Gén 9, 8-15; Sal 24; 1 Pe 3, 18-22; Mc 1, 12-15)
Desde el primer domingo de Cuaresma, las lecturas nos ofrecen la perspectiva de la Pascua. Gracias a quien será levantado en alto, vendrá sobre la tierra la Alianza definitiva, no solo la que selló Dios con Noé -"Yo
hago un pacto con vosotros y con vuestros descendientes. Ésta es la
señal del pacto que hago con vosotros y con todo lo que vive con
vosotros, para todas las edades: Pondré mi arco en el cielo, como señal de mi pacto con la tierra" (Gén 9, 13)-, sino la que sella para siempre mediante su Hijo en la Cruz.
Si en tiempos antiguos la revelación anunciaba el perdón divino, cuánto más no será el ofrecimiento de la misericordia que se nos regala, por la ofrenda de Cristo.
"... la paciencia de Dios aguardaba en tiempos de Noé, mientras se
construía el arca, en la que unos pocos -ocho personas- se salvaron
cruzando las aguas. Aquello fue un símbolo del bautismo que actualmente os salva" (1 Pe 3,20).
Es tiempo de gracia, tiempo de acoger el
gesto supremo de Jesús. No podemos excusarnos con interpretaciones un
tanto paganas que presentan a un dios vengativo, sádico y terrible, ante
el que surge el miedo, el temor, el ansia de esconderse, como hizo Adán.
Jesús nos dice hoy: "Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed la Buena Noticia" (Mc 1, 15). Y creer en la Buena Noticia es creer en el Evangelio, es creer en Jesucristo. Y creer en Jesucristo es haberse encontrado con Él como con un amigo.
SANTA TERESA
La penitencia, el ayuno, la oración, la conversión, la radicalidad, el deseo de comenzar de nuevo no podrán tener consistencia, si no es por la relación que nos ofrece quien nos anuncia la proximidad del Reino de Dios.
Santa Teresa se dirige a sus monjas con
palabras que podremos aplicarnos a nosotros mismos: "¡Oh hijas mías, que
es Dios muy buen pagador, y tenéis un Señor y un Esposo que no se le
pasa nada sin que lo entienda y lo vea! Y así, aunque sean cosas muy
pequeñas, no dejéis de hacer por su amor lo que pudiereis. Su Majestad las pagará; no mirará sino el amor con que las hiciereis" (Los Conceptos de Amor de Dios 1, 6).
¡Ojalá la Cuaresma sea un tiempo en el
que experimentemos la amistad con Dios hasta convertirnos en sus
compañeros de camino de entrega! "¡Oh, qué buen amigo hacéis, Señor mío!
¡Cómo le vais regalando y sufriendo, y esperáis a que se haga a vuestra
condición y tan de mientras le sufrís Vos la suya! ¡Tomáis en cuenta,
mi Señor, los ratos que os quiere, y con un punto de arrepentimiento
olvidáis lo que os ha ofendido!" (Vida 8, 6).
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