Palpas nuestras miserias,
y nos levantas con tu mano,
mudas nuestra pobreza, en riqueza,
nuestra desilusión en encanto.
Derramas tu misericordia
y nos contagias con tu amor.
Despliegas tu misericordia
y nos integras de nuevo,
sanos, alegres y radiantes,
en el mundo y en la realidad que nos rodea.
¡Estás de nuestro lado, Señor!
Cuando, el ambiente y las ideas,
no nos acompañan y nos dejan de lado.
Cuando, por nuestra forma de ser,
por creer en Ti o ver el mundo de otra manera,
sentimos que nuestras voces,
y hasta nosotros mismos,
contamos poco o casi nada.
¡Estás de nuestro lado, Señor!
Cuando no entendemos el volcán
de tantos dolores, injusticias, enfermedades,
llantos, soledades y heridas,
que se estallan en la tierra y en el corazón del
hombre.
¡Estás de nuestro lado, Señor!
Y sentimos que, Tú como nadie,
sabes estar cerca de nosotros,
que te encanta vivir y compartir nuestras aflicciones,
que sabes, como ningún médico lo hace,
acercarte a cada enfermo, a cada situación,
y preocuparte, día y noche,
por aquel que sufre amargamente.
¡Estás de nuestro lado, Señor!
Por eso, porque estás junto a nosotros,
sentimos que no es tan grande nuestra soledad,
que no es definitivo nuestro abandono,
que, con tu mano, sanas nuestras heridas,
y las cargas, todas ellas, sobre tus hombros.
¡Gracías, Señor! ¡Estás de nuestro lado!
P. Javier Leoz
P. Javier Leoz
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