Quiero estar preparado, por Ti y contigo,
para que la dureza de la cruz no me sorprenda
y que lejos, de asustarme,
vea en ella un exponente y un altavoz de tu gloria.
Quiero mantenerme en forma,
para no perder el ritmo de la fe,
y no se apague el brillo de mi esperanza.
Porque, temo que si Tú no vas conmigo,
el maligno aproveche cualquier fisura,
y se adentre en lo más hondo de mis entrañas.
Entréname, Señor.
Quiero jugar contigo el gran partido de la Pascua;
ahora, con el color morado de la penitencia,
pero pronto, en la alborada de Resurrección,
con el color blanco del triunfo de la VIDA.
Sí; Señor, quiero que en estos 40 días
me enseñes a mirar hacia el cielo,
me indiques cómo entregarme a mis hermanos,
me recuerdes que,
en la sobriedad y no en la abundancia,
está la riqueza y la felicidad de mis años.
Entréname, Señor.
Y que pueda volver de los caminos equivocados
y que, postrándome ante Ti,
pueda decir sin temor ni vergüenza alguna:
he pecado, no merezco ser de los tuyos,
“trátame como a uno de tus jornaleros”.
Necesito correr, Señor,
recuperar el estilo de un auténtico creyente
y hablarte, con oraciones que nacen en el silencio.
Escuchar palabras que sanan y salvan.
Corregir pautas y comportamientos,
actitudes y olvidos que me alejaron
de Ti hace tiempo.
Entréname, Señor.
Y, haz que esta Santa Cuaresma,
sea una oportunidad para acercarme a todo ello.
Amén.
P. Javier Leoz
para que la dureza de la cruz no me sorprenda
y que lejos, de asustarme,
vea en ella un exponente y un altavoz de tu gloria.
Quiero mantenerme en forma,
para no perder el ritmo de la fe,
y no se apague el brillo de mi esperanza.
Porque, temo que si Tú no vas conmigo,
el maligno aproveche cualquier fisura,
y se adentre en lo más hondo de mis entrañas.
Entréname, Señor.
Quiero jugar contigo el gran partido de la Pascua;
ahora, con el color morado de la penitencia,
pero pronto, en la alborada de Resurrección,
con el color blanco del triunfo de la VIDA.
Sí; Señor, quiero que en estos 40 días
me enseñes a mirar hacia el cielo,
me indiques cómo entregarme a mis hermanos,
me recuerdes que,
en la sobriedad y no en la abundancia,
está la riqueza y la felicidad de mis años.
Entréname, Señor.
Y que pueda volver de los caminos equivocados
y que, postrándome ante Ti,
pueda decir sin temor ni vergüenza alguna:
he pecado, no merezco ser de los tuyos,
“trátame como a uno de tus jornaleros”.
Necesito correr, Señor,
recuperar el estilo de un auténtico creyente
y hablarte, con oraciones que nacen en el silencio.
Escuchar palabras que sanan y salvan.
Corregir pautas y comportamientos,
actitudes y olvidos que me alejaron
de Ti hace tiempo.
Entréname, Señor.
Y, haz que esta Santa Cuaresma,
sea una oportunidad para acercarme a todo ello.
Amén.
P. Javier Leoz
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu comentario, me alegra el alma