Una voz se abre
paso en mi interior como un susurro que me acompaña y me consuela, me comprende
y me fortalece ¡Es que es mi Señor el que se hace Amigo, Hermano y Maestro
cuando con humildad elevo mis palabras al Cielo! Ya no hay paredes a mi
alrededor, todo es silencio y escucha, el mundo se congela por un instante,
donde hasta el canto de los pájaros se ha suspendido para dar paso al dialogo
santo. Los Ángeles escuchan atentos, sonríen y envuelven la escena. Son momentos
donde la Divinidad se acerca a la humanidad, porque la voluntad del hombre
conmueve el corazón de Dios y lo invita a alegrarse de Su creación.
Sí, es el alma
la que expresa su voz cuando con sinceridad nos abrimos a hablar con Dios ¡Oh,
la oración, si supiera el hombre sobre los maravillosos efectos y giros que se
producen en el cielo cuando un alma ora con devoción! La oración abre las
puertas del Corazón de Dios, y derrama ríos de Gracia que bañan nuestra alma,
la que canta, sonríe y se alegra. Pero nuestra humanidad, poco dócil y dada a
la pereza espiritual, suele darnos las espaldas al deseo de orar, y así
sentimos que el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil. Señor, ¿cómo
llegar a hablar contigo si es que no tengo la fe, la fortaleza y la perseverancia
necesarias?
Jesús, nuestro
Amigo, está siempre allí, del otro lado de ese desierto que debemos atravesar
para llegar a Su Corazón. El desierto es nuestra humanidad que se resiste
porque prefiere la comodidad a la entrega, la vanidad a la negación del ser, el
mundo al Cielo. Cuando pisamos la arena caliente nos sentimos invadidos por la
sequedad espiritual, pero si mantenemos la vista firme puesta en las verdes
praderas que se dibujan en el horizonte, seremos capaces de caminar, y llegar.
Jesús, mi Señor, Tú me esperas allí, porque sabes que en la oración descubro el
diálogo contigo. Palabras que me llevan a Ti, al abrazo fraterno que como Dios
Amigo me das cuando Te busco y llamo.
El orar es una
experiencia única, un nuevo descubrimiento cada vez. Si, porque la oración es
siempre distinta, se nos presenta como un mar de distintas tonalidades, oleajes
y hasta de diversidad en la intensidad de las mareas. Muchas veces el diálogo
con Dios fluye fácil y directo, en otras oportunidades el orar se presenta como
una tarea pesada y difícil como el avanzar en un océano turbulento y ventoso,
mientras que en otros casos se ilumina nuestra alma con el fluir del rezo,
produciendo un gozo que es difícil de explicar ¿Por qué es así?
Es Dios quien
nos da la Gracia de encontrar distintos efectos en la oración. No se supone que
el dialogo con Dios tenga una respuesta predecible, porque es siempre una
propuesta de nuestra alma en espera de la respuesta del Señor. Así, Jesús juega
muchas veces con nosotros, se oculta, o se manifiesta, nos hace ver Su sutil
pero maravilloso sentido del humor, o nos insufla sentimientos profundos que
nos hacen llorar sin saber por qué, o simplemente nos escucha con atención, como
un verdadero Buen Amigo.
La oración
despierta sentimientos que crecen sin siquiera saber nosotros de donde
provienen. Es un misterio que se esconde en nuestro interior, caprichoso y
ávido de sorprendernos cuando menos lo esperamos. Si, es la voz del alma. Esas
emociones inexplicables son la manifestación de una vida que trasciende lo
racional, porque son la expresión de nuestra vida espiritual, creada por Dios.
Al orar, nuestra alma pide a gritos que reconozcamos su existencia, que
comprendamos que debajo de esa maraña de pensamientos, miedos y seguridades,
hay algo más, hay un puente que nos acerca a la Divinidad, a Dios.
Con los años he
meditado mucho sobre esos intrincados espacios escondidos muy dentro de nuestro
ser, y particularmente he descubierto en la oración y la meditación a la puerta
que abre esos sentimientos. Las emociones se explican por el sentido de unidad
en la Divinidad de El que me escucha, de Aquel que aguarda pacientemente el
derramamiento de mis palabras, de mis pensamientos, de mis sentimientos. Esas
emociones han adquirido un sentido inmenso, se manifiestan como la alegría de
ser amigo de Dios, El que todo lo puede, El que todo lo da.
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