1. La fe no sólo es creer lo que no vemos, sino creer, a pesar de lo que
vemos. También en este sentido, san José puede ser nuestro modelo y nuestro
padre en la fe. Él veía a su prometida embarazada, pero creyó en su virginidad
porque el ángel del Señor así se lo dijo. Nosotros vemos un mundo imperfecto y
corrupto, pero creemos que este mundo ha sido creado por Dios y que todos
nosotros, imperfectos y pecadores, también hemos sido creados por Dios. En este
mundo tenemos que ver las huellas de Dios, aun cuando lo que vemos en este
mundo en el que nos ha tocado vivir es imperfección y miseria física, psíquica
y espiritual. Sí, viendo lo que vemos, hace falta mucha fe para seguir creyendo
en un Dios Padre bueno, providente y bondadoso. Para creer, a pesar de lo que
vemos, debemos encomendarnos hoy a san José, como a nuestro padre y nuestro
modelo de una fe difícil, pero segura y confiada.
2. San José, patrono de la Iglesia. También la Iglesia Católica,
nuestra Iglesia, tiene hoy motivos para encomendarse a san José. Nuestra
Iglesia vive en el mundo de hoy rodeada de hostilidad e indiferencia, atacada
con saña desde ángulos muy distintos. Muchos de los medios públicos de
comunicación gozan mostrando preferentemente los rasgos y cualidades más
criticables de nuestra Iglesia. Para que la gente pueda creer hoy en nuestra
Iglesia, necesitamos los católicos un plus de santidad privada y pública, un
limpiar valientemente el rostro externo y el alma interna de todos y cada uno
de los que formamos el cuerpo místico de la Iglesia Católica. Esto no es nada
fácil, es muy difícil de conseguir, pero, con el patrocinio de San José, lo
conseguiremos.
3. San José, patrono de los seminaristas. La gente sencilla ve a la
Iglesia casi exclusivamente a través del rostro de los curas, obispos,
cardenales y Papas. Los que mañana van a ser curas, hoy son seminaristas; de la
educación y de la formación que tengan los seminaristas en el seminario
dependerá en gran parte su vida como sacerdotes. Un san José pobre, humilde,
trabajador incansable, siempre al servicio de los demás, animado por una fe
grande en Dios y a prueba de dudas, puede y debe ser patrón y modelo de
nuestros seminaristas. Pidamos hoy de una manera especial por nuestros
seminaristas.
4. San José, patrono de los trabajadores. El trabajo, hoy día, es
considerado por la mayoría de los trabajadores como una obligación que hay que
cumplir para poder ganar un sueldo con el que vivir. El trabajo es considerado
hoy una obligación, más que una devoción. Sin embargo, todos sabemos que el
trabajo que más nos satisface y más beneficios personales nos produce es el trabajo
que hacemos por devoción. Debemos intentar todos convertir nuestro trabajo en
una devoción puesta al servicio de la familia y de la sociedad en general. El
trabajo nos cuesta trabajo hacerlo, pero lo hacemos con gusto, pensando siempre
el beneficio personal y social que obtenemos. San José trabajó con devoción, al
servicio de Jesús y de María y lo hizo con sencillez, con humildad y con una
gran fe en el Dios que le había llamado. La vocación de san José fue el trabajo
sacrificado, ofrecido con devoción a las personas a las que Dios le había
encomendado servir. Todos somos trabajadores de la viña del Señor; hagamos
nuestro trabajo con devoción y con amor. Y pidamos hoy a san José que nos ayude
a conseguirlo.
Gabriel González del Estal
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