Ayuda necesaria.
Oigamos a San Agustín: Verdad es que el hombre con sus solas fuerzas
y con la gracia ordinaria y común que a todos es concedida no puede observar
algunos mandamientos, pero tiene en sus manos la oración y con ella podrá
alcanzar esa fuerza superior que necesita para guardarlos. Estas son textuales
palabras: Dios cosas imposibles no manda, pero, cuando manda, te exhorta a hacer
lo que puedes y a pedir lo que no puedes, y entonces te ayuda para que lo
puedas. Tan célebre es este texto del gran Santo que el Concilio de Trento se lo
apropió y lo declaró dogma de fe. Mas, ¿cómo podrá el hombre hacer lo que no
puede? Responde al punto el mismo Doctor a continuación de lo que acaba de
afirmar: Veamos y comprenderemos que lo que por enfermedad o vicio del alma no
puede hacer, podrá hacerlo con la medicina. Con lo cual quiso damos a entender
que con la oración hallamos el remedio de nuestra debilidad, ya que cuando
rezamos nos da el Señor las fuerzas necesarias para hacer lo que no podemos.
“El gran medio de la
oración” - San Alfonso María de Ligorio.
Comentario:
Si Dios manda algo, entonces se compromete
a darnos la fuerza para que lo llevemos a cabo. Pero dicha fuerza no nos vendrá
sin que elevemos oraciones al Señor, pues Él concede sus gracias y auxilios a
quien se los pide por medio de la oración.
De modo que siempre tenemos que orar,
porque aunque nuestra misión sea importante y Dios nos haya elegido para ella, y
por lo mismo se ha comprometido a darnos todos los auxilios oportunos para que
la cumplamos bien; también es cierto que si no rezamos para recibir esos dones,
fallaremos en la misión.
La oración es entonces como un
entrenamiento del alma para estar en forma y recibir los dones que la
Providencia de Dios nos quiere dar para que llevemos a término la Voluntad de
Dios, cumpliendo lo que Él quiere que cumplamos.
Es Dios el que obra en nosotros. Pero para
obrar, Él quiere que recemos, que pongamos nuestra voluntad por medio de la
oración, y entonces el Señor derramará las gracias y favores para que podamos
cumplir bien nuestra misión en la tierra.
De esto se deduce que JAMÁS puede salir
victorioso quien no reza, o reza muy poco, puesto que es a través de la oración
que Dios concede los medios necesarios y aún extraordinarios para cumplir la
vocación que Dios le ha dado.
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