Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
gadgets para blogger

ACI prensa

La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. http://la-oracion.com

viernes, 14 de marzo de 2014

Dónde deposito el amor de mi alma?

El amante se define por lo que ama. Así lo explicaba Sócrates cuando, pocas horas antes de morir, presentó cuatro amores diferentes: el amor al cuerpo, el amor a las riquezas, el amor a los honores, el amor a la sabiduría.

En griego, “philosómatos” es el amante del cuerpo; “philochrématos” quien ama las riquezas; “philótimos” el enamorado de los honores; y “philósophos” el amante de la sabiduría.

De cada amor surge un tipo de persona y un modo de vivir. Quien ama al cuerpo dedicará lo mejor de su tiempo a mejorarlo, a gozar de salud y fuerza, a aparentar belleza, a disfrutar de aquello que llega a los sentidos.

Quien está enamorado de las riquezas, escogerá entre los mil caminos que hay para conseguirlas: trabajo, buena suerte, apuestas (tan inseguras y tan tentadoras), amigos, prestamistas, acciones deshonestas…

También el amante de honores verá cómo conseguir aplausos, reconocimientos, más “likes” o “me gusta” en Facebook, más triunfos y más admiradores en diversos niveles: entre familiares, amigos, compañeros de trabajo, personas encontradas casualmente.

Por último, y según esa enumeración que Platón pone en boca de Sócrates, el amante de la sabiduría dedicará su tiempo y sus anhelos a la búsqueda de la verdad, sin estorbos, sin engaños, sin velos, sin misterios.

¿Hay más amores? Sí: entre los primeros cristianos se usaron algunas palabras para indicar a los amantes de Dios, de la belleza, de la bondad.

Cada ser humano tiene ante sí diferentes caminos a la hora de escoger el amor de su alma, cuando decide invertir su existencia en un camino concreto y definitivo. Las opciones surgen en momentos de mayor intensidad, o a lo largo de pequeños pasos que perfilan las preferencias más profundas.

Para quien ha descubierto la bondad de Dios, la cercanía de Cristo, la grandeza de la Redención, tiene sentido una opción muy concreta y profunda: amar a quien nos amó primero. Sólo entonces el alma se convierte en “Filotea” (amante de Dios), en alguien que escoge a Quien es el único ser seguro, a Quien se define a sí mismo como Luz, Amor, Verdad, Belleza y Vida.

 Escrito por
 http://periodismocatolico.com/2014/03/13/donde-deposito-el-amor-de-mi-alma/

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por dejar tu comentario, me alegra el alma

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...