De la oscuridad que no me deja verte,
a la luz que me da la vida.
De las dudas que ciegan mis ojos,
a la certeza que me invita a seguirte.
De la tristeza que sacude mi existencia,
a la alegría que infunde tu persona.
¡Que salga fuera, Señor!
De los miedos que me paralizan,
a la fortaleza que me regala tu Palabra.
De la inseguridad de mis pasos,
a la firmeza de tus caminos.
¡Que salga fuera, Señor!
De la muerte, cuando yo vivo como Tú quieres,
a la vida que siento cuando Tú estás presente.
De mi afán de suficiencia que fracasa,
al reconocimiento de tu poder que todo lo puede.
¡Que salga fuera, Señor!
De lo efímero que pasa y caduca,
a lo eterno que Tú me dices me espera.
De mi manera peculiar de vivir la vida,
a esa otra que, Tú, me dices es rica y diferente.
¡Que salga fuera, Señor!
Que me libre de esas largas vendas,
que me impiden ser libre y seguirte.
Que me sacuda de los aromas
con que la sociedad quiere perfumarme y maquillarme.
Que sea fuerte para desprenderme
de tantas losas que pretenden silenciarme.
¡Que salga fuera, Señor!
¡Sacúdeme con tu fuerza divina!
¡Háblame con palabras de eternidad!
¡Hazme morir en aquello que me separa de ti!
Amén.
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