Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. http://la-oracion.com

jueves, 7 de marzo de 2013

¿Dónde estarán las manos de Dios?



Cuando observo el campo sin arar, cuando los aperos

de labranza están olvidados, cuando la tierra está quebrada

y abandonada, me pregunto:

¿Dónde estarán las manos de Dios?



Cuando observo la injusticia, la corrupción, el que explota al débil;

cuando veo al prepotente pedante enriquecerse del ignorante

y del pobre, del obrero y del campesino, carentes de recursos

para defender sus derechos, me pregunto:

¿Dónde estarán las manos de Dios?



Cuando contemplo a esa anciana olvidada; cuando su mirada

es nostalgia y balbucea todavía algunas palabras de amor

por el hijo que la abandonó, me pregunto:

¿Dónde estarán las manos de Dios?



Cuando veo al moribundo en su agonía llena de dolor;

cuando observo a su pareja y a sus hijos deseando

no verle sufrir; cuando el sufrimiento es intolerable y su lecho

se convierte en un grito de súplica de paz, me pregunto:

¿Dónde estarán las manos de Dios?



Cuando miro a ese joven antes fuerte y decidido, ahora

embrutecido por la droga y el alcohol, cuando veo titubeante

lo que antes era una inteligencia brillante y ahora harapos

sin rumbo ni destino, me pregunto:

¿Dónde estarán las manos de Dios?



Cuando a esa chiquilla que debería soñar en fantasías,

la veo arrastrar su existencia y en su rostro se refleja ya

el hastío de vivir, y buscando sobrevivir se pinta la boca

y se ciñe el vestido y sale su cuerpo a vender, me pregunto:

¿Dónde estarán las manos de Dios?



Cuando aquel pequeño a las tres de la madrugada me ofrece

su periódico, su miserable cajita de dulces sin vender,

cuando lo veo dormir en la puerta de un zaguán tiritando de frío,

con unos cuantos periódicos que cubren su frágil cuerpecito,

cuando su mirada me reclama una caricia, cuando lo veo

sin esperanzas vagar con la única compañía de un perro

callejero, me pregunto:

¿Dónde estarán las manos de Dios?



Y me enfrento a Él y le pregunto:

"¿Dónde están tus manos, Señor? para luchar por la justicia,

para dar una caricia, un consuelo al abandonado, rescatar

a la juventud de las drogas, dar amor y ternura a los olvidados".

Después de un largo silencio escuché su voz que me reclamó:

“No te das cuenta de que tú eres mis manos, atrévete a usarlas

para lo que fueron hechas, para dar amor y alcanzar estrellas".



Y comprendí que las manos de Dios somos "tú y yo",

los que tenemos la voluntad, el conocimiento y el coraje

para luchar por un mundo más humano y justo, aquellos

cuyos ideales sean tan altos que no puedan dejar de acudir

a la llamada del destino, aquellos que desafiando el dolor,

la crítica y la blasfemia se reten a sí mismos

para ser las manos de Dios.



Señor, ahora me doy cuenta de que mis manos están sin llenar,

que no han dado lo que deberían dar, te pido perdón por el amor

que me diste y que no he sabido compartir, las debo usar

para amar y conquistar la grandeza de la creación.



El mundo necesita esas manos, llenas de ideales y estrellas,

cuya obra magna sea contribuir día a día a forjar una nueva

civilización, que busquen valores superiores, que compartan

generosamente lo que Dios nos ha dado y puedan al final llegar 

vacías, porque entregaron todo el amor, para lo que fueron

creadas y Dios seguramente dirá: 


¡Ésas son mis manos! 

 celebrandolavida.org

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