Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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sábado, 16 de marzo de 2013

Mamá, ¿por qué dices que es una superstición?


 
Un muchacho protestante de 6 años oye a menudo a sus compañeros de clase católicos rezar el “Ave María”. Le gusta tanto esta oración que la copia, la aprende de memoria y la recita cada día. Orgulloso, la enseña a su madre: - No la digas más, le dijo, exasperada. ¡Es una superstición de los católicos que adoran a los ídolos y creen que María es una diosa!

De aquel día en adelante, el muchacho dejó de decir esta oración y se consagró más a leer la Biblia. Un día, cae en el pasaje de la Anunciación y se lo enseña a su madre diciendo: “Mira mamá, las palabras de mi oración están dentro!: “Dios te salve, llena de gracia, el Señor está contigo! Y luego las palabras de Isabel a María: “Bendita seas entre todas las mujeres”. Y mira la alabanza de María (en el Magnificat)… Mamá, ¿por qué dices que es una superstición?

Sin decir nada su madre, reanuda su hábito de recitar el “Ave María”. A los 14 años, entiende una conversación en su familia: dicen todos que María es mujer como las demás. Pero el muchacho reacciona con vivacidad: “¡No! Si es la madre de Jesús, es la madre de Dios y además la Palabra dice: “¡Todas las generaciones me dirán bienaventurada!” Desprecian lo que Dios proclama hermoso, ¡su espíritu no es él de la Biblia!

Su madre empezó a temer lo peor. Este hijo tan querido corría el peligro de incorporarse un día a esta religión, la de los Papas! Tenía razón porque, después de haber estudiado seriamente y comparado las dos religiones, su hijo escogió la fe católica y se hizo un apóstol ardiente.

Más tarde, encuentra a su hermana casada que le insulta; “Sabes cuanto quiero a mis hijos, pues si uno de ellos quisiera hacerse católico, me gustaría mas clavarle une espada en el vientre que verle incorporarse a “la religión de los Papas”.

Poco tiempo después de esta conversación fraternal, esta mujer ve a su hijo enfermarse gravemente. Los médicos no le dan ninguna esperanza de curación. Nuestro católico se acerca pues a su hermana y le dice con cariño: “Mi querida hermana, te gustaría que tu hijo curase. Pues te lo ruego, haz lo que te diga. Sígueme y di un “Ave María”. Y promete a Dios que si tu hijo cura, estudiaras seriamente la fe católica y – quien sabe – ya veras si quieres adoptarla, sea cual sea el sacrificio a pagar para ti!”

La hermana vacila, pero este hilito de esperanza para la salud de su hijo triunfa y quiere intentar todo para salvarlo. Acepta el acuerdo y recita un “Ave María” con su hermano. El día siguiente, ¡su hijo está completamente curado! Mantiene su promesa y estudia la doctrina católica. Después de una larga preparación, es introducida en la Iglesia y agradece a su hermano haber sido su apóstol!

Este testimonio fue dado por el Rev. Padre Tuckwell. Su homilía acaba de esta manera: “Hermanos y hermanas, el hombre que se convirtió al catolicismo y llevó a su hermana a hacer lo mismo, es el padre que les habla ahora mismo! Lo que soy, lo debo todo a Nuestra Señora. Ustedes también, conságrense a ella y no dejen pasar un solo día sin decir esta hermosa oración del “Ave María” y decir su rosario y recen por sus hermanos protestantes!” 

Carta de información n°81 Los niños de Medjugorje
Responsable de la Publicación: Dr. Vincent Maillard

Un minuto con María

mariedenazareth.org


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