Hoy Jesús vuelve a Jerusalén. Al ver el templo, profetiza que será destruido. Los discípulos están tristes y desconcertados porque Jesús les anuncia que dentro de unos días le matarán.
Los cristianos, como Cristo, hemos aprendido a querer cumplir siempre la voluntad de Dios Padre, por encima de todas las cosas. Rompiendo esquemas, sometiendo nuestra voluntad al Padre, no dejándonos llevar por el'qué dirán', pues el mundo no entiende las cosas de Dios. Solamente en la oración, con la ayuda de María y nuestra unión con el Señor presente en la Eucaristía podremos recibir la fuerza necesaria para decir: "Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad".
No tengamos miedo de aceptar la voluntad de Dios. ¡Jesús, Tú siempre quieres lo mejor para nosotros!
Quiero lo que quieras, quiero porque quieres, quiero mientras quieras.
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