Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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ACI prensa

La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. http://la-oracion.com

martes, 2 de diciembre de 2025

ORACIÓN DE LA MAÑANA (cf. Sal 71)



Señor, al iniciar este nuevo día te presento mi vida y todo lo que viviré.
Tu Palabra me anuncia que tú eres Rey de paz y de justicia, aquel que defiende al pobre, sostiene al débil y libera al que no tiene amparo.

Haz que mi corazón se abra hoy a tu paz, para que pueda llevarla a los demás.
Enséñame a vivir con un espíritu justo, atento a quienes necesitan consuelo, escucha o una simple cercanía. Que mis gestos sean un reflejo de tu amor que salva y levanta.

«Florecerá en sus días la justicia y reinará la paz».

Señor, que hoy seas tú quien reine en mis pensamientos, en mis palabras y en mis acciones.

Amén.

Dios nos ha ofrecido todo en su Hijo


Con bondad y mansedumbre, como un rey que envía al rey, su hijo, Dios ha enviado entre los hombres a Dios, el Verbo. Lo ha enviado para salvarlos por la persuasión, no por la violencia, porque no hay violencia en Dios. Lo ha enviado para llamar, no para acusar; lo ha enviado para amar, no para juzgar. (…)
Nadie entre los hombres lo ha visto o conocido, es él mismo que se manifestó. Se manifestó por la fe, única que acuerda la visión de Dios. El Señor y Creador del universo, Dios, que hizo todas las cosas y las dispuso ordenadamente, se mostró no sólo pleno de amor por los hombres, sino paciente. Siempre fue y permanecerá bueno, manso, veraz. Sólo él es bueno.
Sin embargo, cuando concibió su gran e inefable designio, hizo parte a su Hijo único. Mientras mantenía en el misterio y reservaba el plan de su sabiduría, parecía no tenernos en cuenta y no preocuparse por nosotros. Pero cuando se reveló por su Hijo bien amado, nos manifestó lo que había preparado desde el comienzo. Nos ofreció todo al mismo tiempo: la participación a sus bondades y bendiciones, la visión y la inteligencia. ¿Quién lo habría jamás esperado?

 Carta a Diogneto (c. 200)

Carta a Diogneto, 7-9 (SC 33. “Lectures chrétiennes pour notre temps”, Abbaye d'Orval, 1970), trad. sc©evangelizo.org
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