Los Magos, postrándose, adoran al Señor que ha nacido; y en su misma cuna, ofreciéndole dones, veneran al niño que, sin poder hablar, pronuncia sólo vagidos. Una cosa contemplan con los ojos del cuerpo, otra con la vista del espíritu. Se percibe la humildad del cuerpo asumido, pero no queda oculta la gloria de la divinidad. Un niño es a quien se ve, pero es Dios el adorado… El Hijo de Dios, que es Dios del universo, nace hombre en un cuerpo. Sufre que lo coloquen en un pesebre Aquel que contiene los cielos. Cabe en una cuna Aquel a quien el mundo no abarca
Cromacio De Aquileya
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