“¡Qué hermoso será conocer en el cielo todo lo que ocurrió en el seno de la Sagrada Familia! […] ¿Y san José? ¡Ay, cuánto lo quiero! El no podía ayunar, debido a su trabajo. Lo veo acepillar, y después secarse la frente de vez en cuando. ¡Qué lástima me da de él! ¡Qué sencilla me parece que debió de ser la vida de los tres! […] … Lo que me hace mucho bien, cuando pienso en la Sagrada Familia, es imaginármela llevando una vida totalmente ordinaria. […] No, el Niño Jesús no hacía milagros inútiles como ésos, ni siquiera por complacer a su Madre. Y si no, ¿por qué no fueron transportados a Egipto en virtud de un milagro, que, por lo demás, habría sido más necesario y tan fácil para Dios? En un abrir y cerrar de ojos habrían sido llevados allá. Pero no, en su vida todo discurrió como en la nuestra. ¡Y cuántas penas, cuántas decepciones! ¡Cuántas veces se le habrán hecho reproches al bueno de san José! ¡Cuántas veces se habrán negado a pagarle su trabajo! ¡Qué sorprendidos quedaríamos si supiésemos todo lo que sufrieron!”
Santa Teresita del Niño Jesús. Ultimas conversaciones, 20.8.14
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