La Santísima Virgen María acogió en su corazón al niño Jesús antes de concebirlo en su vientre. De manera similar, San José besó y abrazó el misterio de Dios hecho hombre, desde el principio.
San José trató con ternura y afecto a Jesús, incluso antes de que naciera.
A la luz de la imagen de San José, que nos dibuja la piedad, descubrimos a un Dios cercano, un Dios bueno, tierno y cariñoso que se preocupa de nosotros, como San José se preocupó y ocupó por Jesús, al que amó con bondad de corazón y generosidad desde su encarnación.
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