Nuestro Señor da testimonio de que Juan es el más grande de los profetas, pero ha recibido al Espíritu con medida, puesto que Juan ha obtenido un espíritu semejante al que había recibido Elías.
De igual manera que Elías había permanecido en la soledad, así el Espíritu de Dios ha conducido a Juan a permanecer en el desierto, en las montañas y en las grutas. Un cuervo había volado para socorrer a Elías y alimentarle; Juan comía saltamontes. Elías llevaba un cinturón de piel; Juan llevaba un vestido de piel de camello alrededor de la cintura (Mt. 3,4). Elías fue perseguido por Jezabel; Herodías ha perseguido a Juan. Elías había reñido a Acaz; Juan riñó a Herodías. Elías había partido en dos las aguas del Jordán; Juan ha abierto el bautismo. El doble del espíritu de Elías se puso sobre Eliseo; Juan ha impuesto las manos a nuestro Salvador, que ha recibido el Espíritu sin medida (Jn 3,34). Elías abrió el cielo y se elevó, Juan vio los cielos abiertos y al Espíritu descender y posarse sobre nuestro Salvador.
Afraates (¿-c. 345)
monje, obispo cerca de Mossul
Las Disertaciones, nº 6, 13
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