La santa monja tenía un cariño especial por las almas de los fieles del Purgatorio. En las apariciones de las almas en el purgatorio también hubo testimonios de gratitud y reciprocidad de caridad por parte de las personas apoyadas. Con las almas del Purgatorio Santa Francesca Saverio Cabrini se llevaba muy bien. Al verse necesitado de ciertos documentos que no pudo rastrear, rezó con sufragios a su hija fallecida, quien se le apareció e indicó dónde podía encontrar los documentos requeridos. Mons. Bersano murió, y acercándose un día a la Sagrada Comunión en su sufragio, lo vio ante él diciéndole: "Esta Sagrada Comunión me la harás". Durante un mes se repitió la misma pregunta en sus oídos, y al final del mes lo vio sonreír de nuevo, y se escuchó a sí mismo decir: “Ya basta, gracias; hasta ahora me has ayudado.
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