es negar la misma vida,
el oxígeno que me hace vivir
y la fuerza que me sostiene cada día.
Negar que a mi lado caminaste cada día de este año
es no haberte descubierto en el sol de cada amanecer,
en las estrellas de mis noches
en la viva mano tendida que estuvo en mis noches oscuras.
Señor, gracias por cada instante,
cada amanecer
cada noche que se volvió día contigo.
Gracias por tu presencia silenciosa a veces
y otras de tanta fuerza que guió mis pasos.
No me faltó la fuerza cuando todo parecía derrumbarse,
no me faltó el amor cuando el corazón parecía quebrarse,
no me faltó tu abrazo cuando el alma lloraba.
Gracias por cada Eucaristía, que fue y Es mi vida,
gracias por cada sacramento que me devolvió la gracia de ser tuya.
Gracias por la familia que acompaña y ama,
por los amigos,
el trabajo digno,
y el Amor.
Gracias porque aun en mis lágrimas
ellas sirvieron para limpiar mi corazón.
Nada Señor de tu Mano se pierde,
todo se convierte en gracia...aunque fuera dolor.
Hoy, al terminar este año,
quiero decirte gracias por haber sido la Luz que guió mis pasos,
el "Norte" que me orientó
el "Centro" que le dio sentido a mis días,
a las esperas y al Amor verdadero.
Gracias porque sin Ti
no sé qué sería de mi.
Hoy, gracias por ayer,
por mi presente,
y por el mañana que me regalarás.
A ti me confío
como niña, insegura, débil esperando todo y más.
Gracias por atraerme hacia ti
con la fuerza de la Eucaristía
que es Amor que no varía.
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Autor: Feyuk Teresita