(Nocturno Homenaje del P. Llopart, S.J.)
Divino Salvador de las almas: cubiertos de confusión nuestros rostros, nos prosternamos en tu presencia soberana; y dirigiendo nuestra vista al solitario Tabernáculo donde gimes cautivo de nuestro amor, pártese nuestro corazón de pena al ver el olvido en que te tienen los redimidos, al ver estéril tu Sangre e infructuosos los sacrificios y escarnecido tu amor. Pero ya que con infinita condescendencia permites que unamos esta noche nuestros gemidos a los tuyos, nuestras lágrimas a las que brotaron por nuestra causa de tus santísimos ojos, a la sangre que amorosamente vertió tu divino Corazón, te rogamos, dulce Jesús, por los que no ruegan, te bendecimos por los que te maldicen y te adoramos por los que, despiadados te ultrajan; y con toda la energía de nuestras almas, deseamos bendecirte y alabarte en todos los instantes de este día y en todos los sagrarios de la tierra y con los valiosos afectos de tu amante Corazón.
Suba, Señor, hasta Ti, el doloroso grito de expiación y arrepentimiento que el pesar arranca de nuestros contritos corazones:
Por nuestros pecados, por los de nuestros padres, hermanos y amigos, por los del mundo entero.
Perdón, Señor, perdón.
Por las infidelidades y sacrilegios, por los odios y rencores.
Perdón, Señor, perdón.
Por las blasfemias, por la profanación de los días santos.
Perdón, Señor, perdón.
Por las impurezas y escándalos.
Perdón, Señor, perdón.
Por los hurtos e injusticias, por las debilidades y respetos humanos.
Perdón, Señor, perdón.
Por la desobediencia a la Santa Iglesia, por la violación del ayuno y la abstinencia.
Perdón, Señor, perdón.
Por los crímenes de los esposos, por la negligencia de los padres, por las faltas de los hijos.
Perdón, Señor, perdón.
Por los atentados cometidos contra el Romano Pontífice.
Perdón, Señor, perdón.
Por las persecuciones levantadas contra los Obispos, Sacerdotes, religiosos y sagradas vírgenes.
Perdón, Señor, perdón.
Por los insultos hechos a vuestras imágenes, la profanación de los templos, el abuso de los Sacramentos y los ultrajes al augusto Tabernáculo.
Perdón, Señor, perdón.
Por los crímenes de la prensa impía, blasfema e inmoral, por las horrendas maquinaciones de tenebrosas sectas.
Perdón, Señor, perdón.
Por los justos que vacilan, por los pecadores que resisten a la gracia y por todos los que sufren.
Piedad, Señor, piedad.
Perdón, Señor, y piedad para el más necesitado de tu gracia; que la luz de tus divinos ojos no se aparte jamás de nosotros; encadena a la puerta del Tabernáculo nuestros inconstantes corazones; hazles allí sentir los incendios del amor divino y a vista de las propias ingratitudes y rebeldías, que se deshagan de pena, que lloren lágrimas de sangre, que vivan muriendo de amor.
Amén.
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