Yo soy tu Dios, el que fue crucificado en la cruz, verdadero Dios y hombre en una persona, y el que está presente todos los días en las manos del sacerdote.
Cuando me ofrezcas una oración, termínala siempre con el deseo de que se haga mi voluntad y no la tuya.
Hay tres tipos de personas que me sirven en este mundo:
Los primeros son los que creen que soy Dios y el proveedor de todas las cosas, que tiene poder sobre todo. Estos me sirven con la intención de conseguir bienes y honores temporales, pero las cosas del Cielo no les importan y están hasta dispuestos a perderlas con tal de obtener bienes presentes.
Los segundos son los que creen que soy Dios omnipotente y Juez estricto, pero me sirven por miedo al castigo y no por amor a la gloria celestial. Si no me temieran no me servirían.
Los terceros son los que creen que soy el Creador de todas las cosas y Dios verdadero y los que me creen justo y misericordioso. Estos no me sirven por miedo al castigo sino por divino amor y caridad. Preferirían soportar cualquier castigo, por duro que fuese, antes que provocar mi enfado. Éstos merecen verdaderamente ser
escuchados cuando rezan, pues su voluntad coincide con mi voluntad.
El primer tipo de sirvientes nunca saldrá del castigo ni llegará a ver mi rostro. El segundo, no será tan castigado, pero tampoco alcanzará a ver mi rostro, a menos que corrija su
temor mediante la penitencia.
(Revelaciones de Santa Brígida)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu comentario, me alegra el alma