Si no bastara la Misericordia de Dios haciéndose hombre y abriéndonos las puertas del Cielo, dispuso que María, su madre, se ofreciera a los mortales como intercesora de esa misericordia y nos alcanzara, ella, por puro amor, las mercedes necesarias para alcanzar el Cielo.
Y esta advocación nació por temor a quienes, presos, perdieran, no la libertad, sino la fe, por lo que María se ofreció para alcanzarles la merced de mantener fieles sus almas y liberarles de la opresión.
Pero porque tu corazón, Madre, está hecho a la medida de Dios, a él nos acogemos para pedirte multitud de mercedes, siempre y cuando tú consideres que nos acercan a Dios.
Virgen de la Merced, Nuestra Señora de las Mercedes, alcánzanos, como antaño, el favor de vernos libres, pero libres del pecado para solo ser cautivos de Dios y de tu amor.
Nuestra Señora de la Merced, ¡ruega por nosotros!
Madrid España
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