Padre amado, acudo ante tu inmensa bondad para que dejes caer tu
bendición sobre mí y hagas fluir en lo profundo de mi corazón, solo emociones
de fe y entusiasmo, que me permitan alcanzar mi felicidad.
Tú tienes compasión de todos, das sin esperar nada a cambio, me
ofreces maravillas y me defiendes frente a aquellos que intentan poner la ley
por encima de mis necesidades.
Ten misericordia de mí que, a veces, actúo con indiferencia ante
las necesidades de otros, y pierdo de vista la compasión que me has enseñado y
por la cual tendré que dar cuenta cuando me presente ante Ti.
Debo estar preparado como lámpara encendida, con un corazón que
arda bajo el fuego de tu voluntad, cumpliendo con esa misión de vida para la
que me has traído. Ayúdame a vivir obrando el bien a toda hora.
Concédeme, Señor mío, la valentía de no encerrarme en mis propios
intereses personales y saber salir al encuentro de los que tienen sed y hambre
de Ti y de tu justicia.
Toca mi corazón, sánalo de toda opresión, libéralo de ese miedo que
no me permite ser el auxilio misericordioso para los demás. Confío en tu poder
y en que todo lo puedes.
Cuento con tu alegría que me impulsa a realizar las tareas más
duras con entera paz y serenidad. Todo te lo entrego en tus manos, mis sueños,
proyectos, a mi familia.
Tu amor me ha seducido, tus promesas me llenan de esperanzas. Jamás
quiera mi alma separarse de la alegría que proviene de tu amor.
Amén
Autor: Qriswell Quero, escritor católico @Copyright 2019
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