De acuerdo con una tradición carmelitana, la pequeña imagen es
llamada “El Lloroncito” porque cuando Santa Teresa de Ávila debía marchar y
dejaba el Convento de Toledo, el rostro del Niño Jesús se transformaba con un
puchero y lloraba.
Así está escrito en el museo del convento que resguarda este
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“Yo soy Jesús de Teresa”
Otra tradición
también habla del encuentro personal que tuvo Santa Teresa con el Niño Jesús.
Se cuenta que el
hecho ocurrió en el Monasterio de la Encarnación en Ávila un día que la Madre
bajaba por las escaleras y tropezó con un precioso niño que le sonreía. Sor
Teresa sorprendida por ver a un pequeño dentro del Convento se dirige a él y le
pregunta: “¿Y tú quién eres?”. A lo que el niño le responde con otra pregunta:
“¿Y quién eres tú?”. La Madre le dijo: “Yo soy Teresa de Jesús”. Y el niño, con
una amplia y luminosa sonrisa, le dice: “Pues, yo soy Jesús de Teresa”.
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