«Virgen del Santo Rosario, Madre del Redentor, mujer de nuestra
tierra encumbrada por encima de los cielos, humilde sierva del Señor,
proclamada Reina del mundo, desde lo profundo de nuestras miserias recurrimos a
ti.
Con confianza de
hijos miramos tu rostro dulcísimo. Coronada con doce estrellas, tú nos
llevas al misterio del Padre, tú resplandeces de Espíritu Santo, tú nos donas a
tu Niño divino, Jesús, nuestra esperanza, única salvación del mundo.
Brindándonos
tu Rosario, tú nos invitas a contemplar su Rostro. Tú nos abres su corazón,
abismo de alegría y de dolor, de luz y de gloria, misterio del Hijo de Dios,
hecho hombre por nosotros.
A tus pies sobre las
huellas de los santos, nos sentimos familia de Dios.
Madre y modelo de la
Iglesia, tú eres guía y sostén seguro. Haz que seamos un corazón solo y un alma
sola, pueblo fuerte en camino hacia la patria del cielo.
Te entregamos
nuestras miserias, los tantos caminos del odio y de la sangre, las mil antiguas
y nuevas pobrezas y sobre todo nuestro pecado.
A ti nos
encomendamos, Madre de misericordia: obtennos el perdón de Dios, ayúdanos a
construir un mundo según tu corazón.
Oh Rosario bendito
de María, cadena dulce que nos anuda a Dios, cadena de amor que nos hace
hermanos, no te dejaremos jamás. En nuestras manos serás arma de paz y de
perdón, estrella de nuestro camino.
Y nuestro beso a ti,
en nuestro último respiro, nos sumergirá en una ola de luz, en la visión de la
Madre amada y del Hijo divino, anhelo de alegría de nuestro corazón con el
Padre y el Espíritu Santo».
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