Señor, despierto alegre sabiéndome amado
por Ti y reconociendo todas las obras maravillosas que has puesto en la vida de
este pobre pecador.
Te ruego que vengas a mi corazón y me
ayudes a tener claridad y sabiduría en todas las decisiones que tome y que
influyen en los que más quiero.
Tú me invitas a acudir a Ti cuando me
siento cansado, triste, afligido, para buscar alivio, pues Tú eres el único refugio
seguro, el que protege y consuela.
Jamás he conocido compasión tan inmensa
y llena de vida que pueda compararse a la dulzura de tu protección. Eres un
Dios cercano y amigo.
Que mi corazón también arda de deseo
como el tuyo por aliviar las tristezas y desolaciones de los demás. Que esté
siempre listo para consolar y animar.
Dios mío, gran consolador de almas, mi
sostén y mi amor, ven con tu gracia y destruye mi corazón de piedra e instaura
en su lugar uno manso y humilde.
Dame, amado mío, un corazón que no
juzgue, un corazón dulce y generoso que siempre abra paso al amor y cree
caminos de reconciliación.
Ayúdame a serte útil, a ser tus manos y
pies, a servir y aliviar, a entregarme sin medida a la eterna llama de tu
compasión.
Amén.
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