Dicen los autores sagrados y patrísticos, santos y videntes, ¡y
todos coinciden! en afirmar que, cuando Dios puso a prueba a los ángeles, el
más santo de todos los seres angélicos creados, Luzbel, ante la visión
beatífica, se opuso a la voluntad de Dios. De pie, ante la grandeza del
Altísimo, dijo “No serviré” (Jeremías 2, 20), y también, “Me haré igual al
Altísimo” (Isaías 14.14). Por su soberbia incurrió en desobediencia y la
desobediencia incluso según algunos místicos, le hizo decir, "no debería Dios
encarnarse, sino yo, el más perfecto de los seres creados, el más sabio y más
santo, ¡yo debería encarnarme!" (Fortea, Ágreda).
Satanás pecó de desobediencia, quien en medio de su orgullo y
soberbia, desobedeció a Dios, y se rebeló, convirtiéndose en el gran acusador
de los hombres.
De manera pues que, quien DESOBEDECE, NO ES DE DIOS, SINO DEL
DIABLO. Así de sencillo (cfr. Juan 14, 21- 23).
Hoy nuestra santa religión, nuestra Iglesia, padece de un virus
agudo y aparentemente incurable, el de la desobediencia.
Muchos católicos se toman la libertad de rebelarse abierta y
descaradamente en contra del Papa, los obispos, los sacerdotes; en contra de
cualquier persona que esté a cargo de las comunidades de la Iglesia. Muchos
creen que pueden, por sus propios medios, inventándose una autoridad por encima
del magisterio, alcanzar la bendición que Dios sólo otorga a quienes obedecen.
Una comunidad no puede andar como "rueda suelta", haciendo lo que
quiere, cuando quiere y como quiere, tomando y eligiendo que creer y que no
hacerlo. El padre Fortea decía, en consonancia con la Escritura, que "en
donde hay obediencia, hay bendición".
Un verdadero católico debe siempre obedecer. Y no se necesita estar
delante del Papa, por ejemplo, para expresar la obediencia. Las redes sociales
se han prestado hoy para difundir toda clase de mensajes de rebelión en contra
del Sumo Pontífice, mensajes condenatorios, mensajes insultantes; lo tachan de
hereje, de apóstata, de anticristo, de demonio. Y los desvergonzados dizque
católicos se ufanan de tradicionalistas y van a misas tridentinas, y comulgan
después de haber insultado al hombre que Dios, que por el Espíritu Santo,
eligió de entre muchos para "confirmar en la fe a los cristianos".
Seamos obedientes, hermanos. Seamos fieles, seamos santos, ¡SEAMOS
COHERENTES!. Un cristiano que quiere alcanzar la santidad, no la busca a
medias, insultando a unos, amando a otros. El amor no es selectivo. El amor es
eterno. Dice Santiago 4, 7, "someteos, pues, a Dios; resistid al diablo y
él huirá de vosotros".
Les invito a revisar los siguientes textos, a meditar y a orar a
partir de ellos para que Dios nos conceda a todos el don de la obediencia: Jn
8, 44; Rm 8, 7; I Tm 6, 4- 10; Tt 3, 3; I P 1, 14; I P 2, 11; I P 4, 2- 3; II P
2, 18; II P 3, 3; I Jn 2, 15- 17; Judas 1, 16- 18.
1 Juan 3.22 y obtendremos de él todo lo que le pidamos, PORQUE
GUARDAMOS SUS MANDAMIENTOS Y HACEMOS LO QUE LE AGRADA
23 Y este es su mandamiento: que creamos en su Hijo, Jesucristo, y
que nos amemos unos a otros según el mandamiento que nos dio.
24 QUIEN GUARDA SUS MANDAMIENTOS MORA EN DIOS Y DIOS EN ÉL; Y EN
ESTO CONOCEMOS QUE MORA EN NOSOTROS: EN QUE NOS HA DADO EL ESPÍRITU.
Juan 14.21 EL QUE TIENE MIS MANDAMIENTOS Y LOS LLEVA A LA PRÁCTICA,
ÉSE ES EL QUE ME AMA; y el que me ame será amado de mi Padre; y yo le amaré y
me manifestaré a él.».
Juan 15.7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en
vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. 8 La gloria de mi Padre está
en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos. 9 Como el Padre me amó, yo
también os he amado; permaneced en mi amor. 10 SI GUARDÁIS MIS MANDAMIENTOS,
PERMANECERÉIS EN MI AMOR, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y
permanezco en su amor.
Copiado de un autor
desconocido.
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