La Cuaresma llega a nosotros como tiempo
providencial para cambiar de rumbo, para recuperar la capacidad de reaccionar
ante la realidad del mal que siempre nos desafía.
La Cuaresma es para vivirla como tiempo
de conversión, de renovación personal y comunitaria mediante el acercamiento a
Dios y la adhesión confiada al Evangelio. De este modo nos permite también
mirar con ojos nuevos a los hermanos y sus necesidades.
Es por ello que la Cuaresma es un
momento favorable para convertirse al amor a Dios y al prójimo; un amor que
sepa hacer propia la actitud de gratuidad y de misericordia del Señor, que se
hizo pobre para enriquecernos con su pobreza.
Al meditar los misterios centrales de la
fe, la pasión, la cruz y la resurrección de Cristo, nos daremos cuenta de que
el don sin medida de la Redención se nos ha dado por iniciativa gratuita de
Dios.
Acción de gracias a Dios por el misterio
de su amor crucificado; fe auténtica, conversión y apertura del corazón a los
hermanos: son elementos esenciales para vivir el tiempo de Cuaresma.
(Audiencia general, 05 de Marzo de 2014)
Fuente: Pildoras de Fe
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