Es el momento de pedir perdón a Dios por
todos tus pecados. Clama al Señor pidiendo para ti, en el nombre de Jesús
Primero que nada,
antes de comenzar con la oración de sanación, busca un lugar tranquilo, cómodo,
donde puedas tener un momento de silencio. Ponte en la presencia de Dios invocando a la
Santísima Trinidad en la Señal de la Cruz (3 veces):
"Padre, Hijo y
Espíritu Santo en mi mente. Padre, Hijo y Espíritu Santo en mi Boca. Padre,
Hijo y Espíritu Santo en mi corazón"
Ahora es el momento
de pedir perdón a Dios por todos tus pecados. Clama al Señor pidiendo para ti,
en el nombre de Jesús, la asistencia del Espíritu Santo.
Que no haya duda en
tu interior, en tu mente, en tu alma, en tu corazón; acerca de la presencia de
Jesús Vivo y de su poder sanador hoy.
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Padre Eterno, en el Nombre de tu Hijo Jesucristo me presento
delante de ti. Con tu Santo Espíritu, con su Divina Luz ilumíname y descubre
Señor las heridas que hay en mi corazón, sáname Señor, en el Nombre de Jesús.
Señor Jesús, que tu misericordia me invada, te doy gracias por mi
existencia, tu me haz creado, dígnate Señor acompañarme en el itinerario de mi
vida, hoy, desde el comienzo de mi concepción hasta el momento presente.
Sáname Señor de toda herida que haya alcanzado mi corazón
emocional, que haya afectado mi sensibilidad, mi memoria, mi imaginación, mi
voluntad, mi alma, mi cuerpo, mi ser; libérame de toda atadura, de toda cadena
que me tenga esclavo.
Deseo ser libre, Padre Eterno, por tu Santo Espíritu, para poder
entregarme alegremente a tu servicio y para ayudar a mis hermanos.
Jesús mi Señor: para Gloria del Padre Eterno, yo me entrego
completamente a ti, en mente, cuerpo, alma, espíritu y corazón, con todos mis
sentidos, con todo mi ser, con todo lo que soy, con todo lo que hago, con todo
lo que tengo, tuyo soy, te pertenezco.
Señor Jesucristo, Tú eres el Hijo de Dios, nacido de la Virgen
María; gracias porque entregaste tu vida en la Cruz, y con tu Sangre nos
rescataste; haz resucitado y vives con nosotros y quieres llevarnos a tu Gloria
Eterna.
Dios de Misericordia y de Bondad, eres Dios de Perdón, porque eres
el Amor, te pido perdón por todos mis pecados, de todo corazón.
Padre Eterno por el poder de tu Hijo Jesús, por su Nombre, por su
Sangre Redentora y por su Santa Cruz, por el poder de tu Santo Espíritu, por
las Heridas de sus manos, de sus pies y de su costado; por la agonía de Cristo
en el huerto y en la Cruz, por el Dolor emocional que Cristo padeció viendo el
sufrimiento de su Santísima Madre.
Yo te pido Señor, libérame y sáname en las profundidades de mi ser,
hasta mis raíces.
Libérame y sáname de todo el mal que hay en mí y que Tú conoces
Señor, libera mi inconsciente, libera mi subconsciente, libera mi conciencia,
de todo aquello que me haya podido herir, en mi amor, voluntaria o
involuntariamente.
Libérame y sana mi espíritu de todo sentimiento egoísta.
Libérame y sana mi espíritu de todo orgullo de autosuficiencia, de
juicios temerarios.
Libérame y sana mi memoria Señor; libera y sana mi memoria del
recuerdo doloroso, de la historia de todo aquello que ha causado aflicción en
mi alma.
Libérame y sáname Señor, de toda duda acerca de tu Amor, de lo que
me hace dudar de tu bondad, de tu misericordia con la cual me perdonas.
Libérame y sana mi voluntad, de toda debilidad; Ayúdame Señor a
renunciar a lo que sea necesario para poder hacer el bien y rechazar el mal.
Libera mi corazón y sánalo de toda ansiedad, de toda angustia, de
todo miedo, temor, de toda fobia que me mantiene encerrado, que me aprisiona.
Ayúdame y libera en mi, Señor, la capacidad para perdonar. A
quienes me han hecho daño, consciente o inconscientemente, les perdono de
corazón por siempre y sin condición, en el Nombre de Jesús nuestro Señor.
Señor Jesús visita a quienes yo he ofendido; a quienes yo he
herido, visítales con Tu Santo Espíritu; a quienes herí con palabras, con
gestos, con actos, con ofensas, toca sus corazones y sánales; libérales, para
que ellos también me puedan perdonar.
Padre Eterno, sáname y libérame de todo aquello que me ata, por no
haberme aceptado así como soy, como nací: con mi sexo y mis rasgos físicos, con
mis debilidades, con mis incapacidades, con mi carácter, con mi temperamento,
con mi cobardía.
Te doy gracias Señor, por la liberación y sanación que tu me das
ahora; gracias por tu Amor, yo se que Tú estas aquí, que haz tocado mi ser; Yo
creo en tus promesas Jesús, son verdaderas; haz dicho “Todo lo que pidan al
Padre, en mi Nombre, sea lo que fuere, yo lo haré”. En ti confío Padre Eterno,
en ti confío Jesús y Espíritu Santo, te alabo Trinidad Santa, te exalto
eternamente.
Y a ti, María Santísima, Madre Celestial, gracias, por ser mi Madre
intercesora, mi compañía. Alcánzame de Jesús, las misericordias del Cielo.
Amén.
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