Haciendo
uso de su experiencia.
El
Padre Pío experimentó en su vida encuentros con ángeles y llegó a conocerlos
bien. Y también recibió locuciones interiores que tuvo que discernir de quien
venían y como tenía que actuar respecto a ellas.
En una
carta que escribió el 15 de julio de 1913 a Annita, le da, y nos da, una serie
de invalorables consejos sobre cómo actuar con respecto al ángel de la guarda,
a las locuciones y a la oración.
Querida hija de Jesús,
Que tu corazón siempre sea el templo de la Santísima Trinidad, que Jesús
aumente en tu alma el ardor de su amor y que él siempre te sonría como a todas
las almas que él ama. Que María Santísima te sonría durante todos los
acontecimientos de tu vida, y abundantemente sustituya a la madre terrenal que
te falta.
Que tu buen ángel de la guarda vele siempre sobre ti, que pueda ser tu guía
en el camino escabroso de la vida. Que siempre te mantenga en la gracia de
Jesús y te sostenga con sus manos para que no puedas tropezar en una
piedra. Que te proteja bajo sus alas de todas las trampas del mundo, del
demonio y la carne.
Tienes gran devoción, Annita, a este ángel bueno; ¡Qué consolador es saber
que cerca de nosotros hay un espíritu que, desde la cuna hasta la tumba, no nos
deja ni por un instante, ni siquiera cuando nos atrevemos a pecar. Y este
espíritu celestial nos guía y protege como un amigo, un hermano.
Pero es muy consolador saber que éste ángel ora sin cesar por nosotros,
ofrece a Dios todas nuestras buenas acciones, nuestros pensamientos, nuestros
deseos, si son puros.
Por el amor de Dios, no te olvides de este compañero invisible, siempre
presente, siempre dispuesto a escucharnos y listo para consolarnos. ¡Oh
deliciosa intimidad!, ¡Oh deliciosa compañía! ¡Si tan sólo pudiéramos
comprenderlo!
Mantenlo siempre presente en el ojo de tu mente. A menudo recuerda la
presencia de este ángel, dale las gracias, órale a él, siempre mantén la buena
compañía. Ábrete tu misma a él y confíale tu sufrimiento a él. Ten un
miedo constante de ofender la pureza de su mirada. Sabe esto y mantenlo
bien impreso en tu mente. Él es muy delicado, muy sensible. Dirígete
a él en momentos de suprema angustia y experimentarás su ayuda benéfica.
Nunca digas que estás sola en la batalla contra tus enemigos. Nunca
digas que no tienes a nadie a quien puedas abrirte y confiar. Harías para
este mensajero celestial una grave equivocación.
Por lo que respecta a las locuciones interiores, no te preocupes, pero
ten calma. Lo que se debe evitar es que tu corazón se una a estas
locuciones. No les des demasiada importancia a ellas, demuestra que eres
indiferente. Ni desprecies tu amor, ni el tiempo para esas
cosas. Siempre da respuesta a estas voces:
“Jesús, si eres tú el que está hablandome, dejame ver
los hechos y las consecuencias de tus palabras, es decir, la virtud santa en
mí”.
Humíllate delante del Señor y confía en él, gasta tus energías por la
gracia divina, en la práctica de las virtudes, y luego deja que la gracia obre
en ti como Dios quiera. Es la virtud la que santifica el alma y no los
fenómenos sobrenaturales.
Y no te confundas a ti misma tratando de entender qué locuciones vienen de
Dios. Si Dios es su autor, uno de los signos principales es que en cuanto
escuchas esas voces, llenan tu alma con miedo y confusión, pero después, te
dejan una paz divina. Por el contrario, cuando el autor de las locuciones
interiores es el diablo, comienzan con una falsa seguridad, seguido de
agitación y un malestar indescriptible.
No dudo en absoluto de que Dios es el autor de las locuciones, pero hay que
ser muy cauteloso porque muchas veces, el enemigo mezcla una gran cantidad de
su propio trabajo a través de ellas. Pero esto no te debe asustar, éste es
el juicio al que fueron sometidos, incluso los más grandes santos y las almas
más ilustradas, y que fueron aceptables al Señor. Debes sencillamente
tener cuidado de no creer en estas locuciones con demasiada facilidad, sobre
todo cuando ellas se relacionen en cómo debes comportarte y lo que debes
hacer. Debes recibirlas y enviarlas a juicio de quien te dirige. A
continuación, debes resignarte a su decisión.
Por lo tanto lo mejor es recibir las locuciones con mucha cautela e
indiferencia constante. Compórtate de esta manera y todo va a aumentar tu
mérito ante el Señor. No te preocupes de tu vida espiritual; Jesús te ama
mucho, y trata de corresponder a su amor, siempre avanzando en santidad delante
de Dios y de los hombres.
Ora vocalmente también, que aún no ha llegado el momento de dejar estas
oraciones, y con paciencia y humildad soporta las dificultades que experimentas
en hacer esto. Que estés pronta también a someterte a las distracciones
y la aridez, y no debes, de ninguna manera, abandonar la oración y la
meditación. Es el Señor que quiere tratarte de esta manera para tu
provecho espiritual.
Perdóname si termino aquí. Sólo Dios sabe lo mucho que me cuesta
escribir esta carta. Estoy muy enfermo, reza mucho para que el Señor pueda
desear librarme de este cuerpo pronto.
Te bendigo junto con la excelente Francesca. Que puedas vivir y morir
en los brazos de Jesús.
F. Pio
Fuentes: Te
Deum, Signos de estos Tiempos
Muy bonito, feliz Pascua de resurrección.
ResponderEliminarNo me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
www.consuelaamipueblo.org
Buenos días Daniel Espinoza, Feliz Pascua de resurreción para ti tambien!...gracias por pasar por Rincón de la Esperanza y dejar ésta poesía preciosa!...Abrazos desde Paraguay!
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