¡Cómo nos gusta leer alguna de esas historias en que el Príncipe de un
reino, se disfraza de aldeano común y corriente, saliendo del castillo y yendo
a convivir con la gente común!
Muchos monarcas han hecho algo así, quizás para conocer qué pensaban los
pobladores de su reino, o simplemente para otros fines. ¡Y qué hermosas son
esas historias, incluso cuando el Príncipe encuentra a la doncella más hermosa
del Reino! Una historia de amor fascinante.
Pero los hombres deberíamos caer en la cuenta de que esta historia
fantástica se ha cumplido, y en plenitud, en el Hijo de Dios, el Príncipe de la
Paz, Jesucristo, que como Verbo de Dios se exilió de los Cielos para venir a
convivir con los hombres, vestido de Hombre, y como el más pobre entre los
pobres.
También hay una historia de amor entre Cristo y las almas que habitan en
este mundo de sombras.
¡Qué maravillosa la historia de la salvación! En el Cielo veremos con
plenitud los detalles de amor de este Dios que está Loco de amor por los
hombres, por cada uno de los hombres, por ti y por mí.
Pero no creamos que este prodigio ha ocurrido sólo en la vida terrena de
Jesús, porque Él, misteriosamente, se ha querido quedar en la Eucaristía, en el
pobre, en quien sufre y en todos los hombres, de modo más o menos escondido,
para convivir con nosotros, y que, por la fe, le veamos y le tratemos.
Vivimos una historia maravillosa, y si tenemos fe, todo lo que acontezca
en nuestras vidas y en el mundo, será un detalle de amor de nuestro Dios, que
nos prepara absolutamente todo para colmarnos de gloria. ¿No dice acaso la
Escritura que todo sucede para bien de los que aman a Dios? Pues entonces
vivamos felices ya desde esta tierra, en el Paraíso con Dios, porque quien
confía en este Dios Bueno, no tiene nada que temer, pues hasta los hechos más
funestos se convierten, para quien confía en el Señor, en las ocasiones más
propicias para ganar méritos y gloria.
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