¡Viene el Señor!
Para encontrarse con todos los hombres.
¡Viene el Señor!
Para darnos luz y calor
frente a un mundo oscuro y frio.
¡Viene el Señor!
Para levantarnos y darnos vida
cuando caemos y nadamos en permanente muerte.
¡Viene el Señor!
Para ofrecernos horizontes y futuro
ante una realidad sin sentido y tan vacía.
¡Viene el Señor!
Para colmar nuestras aspiraciones e ideales.
Para traernos el amor inmenso que Dios nos tiene.
¡Viene el Señor!
Para que seamos valientes y decididos,
y, con su mano, recuperemos la alegría de vivir.
¡Viene el Señor!
Para anunciarnos que Dios es Padre,
que no estamos solos.
¡Viene el Señor!
Para ofrecernos paz y verdad.
Para servirnos y que descubramos
el amor de Dios en el rostro de un Niño.
¡Viene el Señor!
Para que esperemos y no desesperemos.
Para que vivamos y no muramos.
Para que caminemos y no nos detengamos.
¡Viene el Señor!
Para ti y para mí, por ti por mí.
Por el mundo y para el mundo.
Para todo ser humano que, saltando al camino,
busque y quiera ir más allá de lo efímero.
¡Viene el Señor!
Y, porque viene,
no tenemos derecho al desencanto o al pesimismo.
Él nos acompañará y nos salvará,
Iluminará las noches más trágicas de nuestra historia.
¡Viene el Señor!
Y, porque viene,
hemos de de situar nuestra vida
con la luz y a la luz de la verdad.
¡Viene el Señor!
P. Javier Leoz
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