Que en el bienestar y en el tener, encontraría el futuro y mi seguridad. Pero, cada
día que pasa, veo que soy menos que ayer y que, en
muchos momentos, siento que no soy ni dueño de mí mismo. Que los acontecimientos caminan muy deprisa. Que la apariencia y la
superficialidad es pan que sacia, pero un algo
que siempre me falta.
Sí; me lo dijeron,
Señor.
Que el horizonte era marcado exclusivamente por la brújula del ingenio humano, y que, en ese
paisaje, poco o nada,Tú, Señor, tenías que ver. Pero, cada
día que pasa, compruebo que el hombre es un barco a la deriva y que, empeñado en ser “super-dios”, corre el
riesgo de dejar de ser lo que es: hombre.
Me lo dijeron,
Señor.
Que no hay fuerza que venga de lo alto, que todo lo
que somos y tenemos, es fruto del azar o de la pura casualidad. Pero, cada día que pasa, siento que algo va a ocurrir; que Alguien tiene que echar una mano, que Alguien
tiene que intervenir, para que la tierra, no sea un brasero de cenizas.
Me lo dijeron,
Señor.
Por ello mismo, porque espero en Ti, Señor:
¡Ven! ¡Ven y
sálvanos!
Y, a este mundo –roto, gélido y vehemente regálanos un
poco de esperanza y de ilusión con tu llegada en Belén.
Amén.
P. Javier Leoz
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