Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. http://la-oracion.com

jueves, 18 de diciembre de 2014

La maravillosa Novena de Aguinaldo - Día 3

Novena de Navidad

 

ORACIONES INICIALES PARA TODOS LOS DÍAS

ORACIÓN INICIAL

Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amasteis a los hombres, que les disteis en vuestro Hijo la mejor prenda de vuestro amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.
En retorno de él os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro Hijo humanado, suplicándole por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con tal desprecio de todo lo terreno que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.
Tres Gloria al Padre

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

Soberana María, que por vuestras grandes virtudes y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese por madre suya, os suplico que Vos misma preparéis mi alma, y las de todos los que en este tiempo hicieren esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado Hijo.
¡Oh dulcísima madre! Comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que le aguardasteis Vos, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.
Nueve Avemarías

ORACIÓN A SAN JOSÉ

¡Oh, Santísimo José, esposo de María y padre putativo de Jesús! Infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan altos ministerios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza.
Os ruego que por el amor que tuvisteis al Divino Niño, me abraséis en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina Esencia le vea y le goce en el cielo. Amén.

3º DÍA - CONSIDERACIÓN

Así había comenzado su vida encarnada el Niño Jesús. Consideremos el alma gloriosa y el santo cuerpo que había tomado, adorándolos profundamente. Admirando en el primer lugar el alma de ese divino Niño, consideremos en ella la plenitud de su gracia santificadora; la de su ciencia beatífica, por la cual desde el primer momento de su vida vio la divina esencia más claramente que todos los ángeles y leyó lo pasado y lo porvenir con todos sus arcanos conocimientos. No supo nunca por adquisición voluntaria nada que no supiese por infusión desde el primer momento de su ser; pero él adoptó todas las enfermedades de nuestra naturaleza a que dignamente podía someterse, aún cuando no fuesen necesarias para grande obra que debía cumplir. Pidámosle que sus divinas facultades suplan la debilidad de las nuestras y les den nueva energía; que su memoria nos enseñe a recordar sus beneficios, su entendimiento a pensar en él, su voluntad a no hacer sino lo que él quiere y en servicio suyo.
Del alma del Niño Jesús pasemos ahora a su cuerpo. Que era un mundo de maravillas, una obra maestra de la mano de Dios. No era, como el nuestro, una traba para el alma: era, por el contrario, un nuevo elemento de santidad. Quiso que fuese pequeño y débil como el de todos los niños, y sujeto a todas las incomodidades de la infancia, para asemejarse más a nosotros y participar de nuestras humillaciones. El Espíritu Santo formó ese cuerpecillo divino con tal delicadeza y tal capacidad de sentir, que pudiese sufrir hasta el exceso para cumplir la grande obra de nuestra redención. La belleza de ese cuerpo del divino Niño fue superior a cuanto se ha imaginado jamás; la divina sangre que por sus venas empezó a circular desde el momento de la encarnación es la que lava todas las manchas del mundo culpable. Pidámosle que lave las nuestras en el sacramento de la penitencia, para que el día de su Navidad nos encuentre purificados, perdonados y dispuestos a recibirle con amor y provecho espiritual.

3º JORNADA

La tercera jornada de nuestra purísima Reina, desde la ciudad de Naín hasta los campos de Samaria, donde le salieron al Niño Dios en su crecida edad, aquellos diez leprosos. Considera cómo siendo mucha la gente que cruzaba aquel camino, para cumplir con el edicto del César, al ver a nuestros sagrados peregrinos en tan suma pobreza, unos los atropellaban, otros los apartaban como a gente humilde y despreciable; y de esta suerte, míralos llegar a los campos de Samaria, y sin tener dónde alojarse, y qué sentiría el Santo Patriarca alojándose en aquel despoblado campo, todo sembrado de nieve, sin poder aliviar la pena que padecería con los aires fríos la más tierna y delicada niña, y qué padecería el Divino Niño en sus entrañas, cuando vio así tratada a su Santísima Madre; y mira cuántas veces atropellas al Niño Dios traspasando su Santa Ley, apartándole de tu corazón y de tu alma, por hacer tu gusto y voluntad; y procura en esta posada salir al encuentro del Divino Niño, para que te sane como a los leprosos manifestándole tus llagas, pues no viene a otra cosa que a curar la lepra de todo el linaje humano.
Se rezan las Aspiraciones y la Oración Final

 ASPIRACIONES PARA LA VENIDA DEL NIÑO JESÚS

Dulce Jesús mío
mi niño adorado
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

1
¡Oh, sapiencia suma
del Dios Soberano
Que a infantil alcance
te rebajas sacro!
¡Oh, Divino Niño
ven para enseñarnos
la prudencia que hace
verdaderos sabios!
R/ ¡Ven...

2
¡Oh, Adonai potente
que, a Moisés hablando,
de Israel al pueblo
disteis los mandatos!
¡Ah!, ven prontamente
para rescatarnos,
y que un niño débil
muestre fuerte brazo.
R/ ¡Ven...

3
¡Oh raíz sagrada
de Jessé, que en lo alto
presentas al orbe
tu fragante nardo!
Dulcísimo Niño
que has sido llamado
Lirio de los Valles
bella Flor del Campo,
R/ ¡Ven...

4
Llave de David
que abre al desterrado
la cerradas puertas
del regio palacio,
¡Sácanos, oh Niño,
con tu blanca mano,
de la cárcel triste
que labró el pecado !
R/ ¡Ven...

5
¡Oh lumbre de Oriente,
Sol de eternos rayos,
que entre las tinieblas
tu esplendor veamos!
Niño tan precioso,
dicha del cristiano,
luzca la sonrisa
de tus dulces labios,
R/ ¡Ven...

6
Espejo sin mancha
Santo de los santos,
sin igual imagen
del Dios soberano.
Borra nuestras culpas,
salva al desterrado
y en forma de niño
da al mísero amparo.
R/ ¡Ven...

7
Rey de las naciones
Emmanuel preclaro,
de Israel anhelo,
pastor del rebaño,
Niño que apacientas
con suave cayado,
ya la oveja arisca,
ya el cordero manso,
R/ ¡Ven...

8
Ábranse los cielos
y llueva de lo alto
bienhechor rocío
como riego santo.
¡Ven hermoso Niño,
ven Dios humanado,
luce hermosa estrella,
brota flor del campo!
R/ ¡Ven...

9
Ven que ya María
previene sus brazos
a su niño vean,
en tiempo cercano.
Ven, que ya José,
con anhelo sacro,
se dispone a hacerse
de tu amor sagrario.
R/ ¡Ven...

10
Del débil auxilio
del doliente amparo,
consuelo del triste,
luz del desterrado,
Vida de mi vida,
mi dueño adorado,
mi constante amigo,
mi divino hermano.
R/ ¡Ven...

11
Véante mis ojos,
de ti enamorados
Bese ya tus plantas,
bese ya tus manos.
Prosternado en tierra
te tiendo los brazos,
y aún más que mis frases
te dice mi llanto:
R/ ¡Ven...

12
Ven Salvador nuestro
por quien suspiramos,
R/ ¡Ven a nuestras almas,
ven, no tardes tanto!

ORACIÓN FINAL

(Para todos los días)
Acordaos, oh dulcísimo Niño Jesús, que dijisteis a la Venerada Margarita del Santísimo Sacramento y en persona suya a todos vuestros devotos estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad tan agobiada y doliente: "Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado". Llenos de confianza en Vos, oh Jesús, que sois la misma Verdad, venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayudadnos a llevar una vida santa para vivir una eternidad bienaventurada. Concedednos por los méritos infinitos de vuestra Encarnación y de vuestra infancia la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a Vos, oh Niño Omnipotente, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén

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