Guíame, clara luz, a
través de las tinieblas que me rodean, llévame cada vez más adelante. La noche
está oscura y estoy lejos de casa, condúceme Tú cada vez más adelante.
Guía mis pasos: no te
pido que me hagas ver desde ahora lo que me reservas para más adelante.
Un sólo paso más es
bastante para mí, por el momento.
No siempre he sido
así; ni tampoco he rezado siempre para que Tú me condujeras.
Me gustaba elegir mi
propio camino; pero ahora te pido que me guíes Tú siempre más adelante.
Ansiaba los días de
gloria y el orgullo dirigía mis pasos:
¡oh! no te acuerdes de
esos años ya pasados.
Tu poder me ha
bendecido largamente y sin duda ahora también sabrá conducirme por la estepa y
los pantanos, por el pedregal y los abruptos torrentes, hasta que la noche haya
pasado y sonría el amanecer.
Por la mañana,
aquellos rostros de ángeles que había amado por largo tiempo y que durante una
época perdía de vista, volverán a sonreír.
Guíame, clara Luz, llévame
cada vez más adelante.
P. Ignacio Larrañaga
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