Mensaje de Misericordia
Diálogo de Dios Misericordioso con el alma pecadora. (Diario
#1485)
– Jesús: No tengas miedo, alma
pecadora, de tu Salvador; Yo soy el primero en acercarme a ti, porque sé que por
ti misma no eres capaz de ascender hacia Mí. No huyas, hija, de tu Padre; desea
hablar a solas con tu Dios de la Misericordia que quiere decirte personalmente
las palabras de perdón y colmarte de Sus gracias. Oh, cuánto me es querida tu
alma. Te he asentado en Mis brazos. Y te has grabado como una profunda herida en
Mi Corazón.
– El alma: Señor, oigo Tu voz que me llama
a abandonar el mal camino, pero no tengo ni valor ni fuerza.
– Jesús: Yo soy tu fuerza, Yo te daré
fuerza para luchar.
– El alma: Señor, conozco Tu santidad y
tengo miedo de Ti.
– Jesús: ¿Por qué tienes miedo, hija
Mía, del Dios de la Misericordia? Mi santidad no Me impide ser misericordioso
contigo. Mira, alma, por ti he instituido el trono de la misericordia en la
tierra y este trono es el tabernáculo y de este trono de la misericordia deseo
bajar a tu corazón. Mira, no me he rodeado ni de séquito ni de guardias, tienes
el acceso a Mí en cualquier momento, a cualquier hora del día deseo hablar
contigo y deseo concederte gracias.
– El alma: Señor, temo que no me perdones
un número tan grande de pecados; mi miseria me llena de temor.
– Jesús: Mi misericordia es más grande
que tu miseria y la del mundo entero. ¿Quién ha medido Mi bondad? Por ti bajé
del cielo a la tierra, y por ti dejé clavarme en la cruz, por ti permití que Mi
Sagrado Corazón fuera abierto por una lanza, y abrí la Fuente de la Misericordia
para ti. Ven y toma las gracias de esta fuente con el recipiente de la
confianza. Jamás rechazaré un corazón arrepentido, tu miseria se ha hundido en
el abismo de Mi misericordia. ¿Por qué habrías de disputar Conmigo sobre tu
miseria? Hazme el favor, dame todas tus penas y toda tu miseria y Yo te colmaré
de los tesoros de Mis gracias.
– El alma: Con Tu bondad has vencido, oh
Señor, mi corazón de piedra; heme aquí acercándome con confianza y humildad al
tribunal de Tu misericordia, absuélveme Tú Mismo por la mano de Tu
representante. Oh Señor, siento que la gracia y la paz han fluido a mi pobre
alma. Siento que Tu misericordia, Señor, ha penetrado mi alma en su totalidad.
Me has perdonado más de cuanto yo me atrevía esperar o más de cuanto era capaz
de imaginar. Tu bondad ha superado todos mis deseos. Y ahora Te invito a mi
corazón, lleno de gratitud por tantas gracias. Había errado por el mal camino
como el hijo pródigo, pero Tú no dejaste de ser mi Padre. Multiplica en mí Tu
misericordia, porque ves lo débil que soy.
– Jesús: Hija, no hables más de tu
miseria, porque Yo ya no Me acuerdo de ella. Escucha, niña Mía, lo que deseo
decirte: estréchate a Mis heridas y saca de la fuente de la vida todo lo que tu
corazón pueda desear. Bebe copiosamente de la fuente de la vida y no pararás
durante el viaje. Mira el resplandor de Mi misericordia y no temas a los
enemigos de tu salvación. Glorifica Mi
misericordia.
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