Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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lunes, 9 de junio de 2014

Motivos de alegría para todo cristiano



Si Dios ha pensado en mí desde el principio,
hasta el punto de no tener a menos el hacerse
igual a mí, es que debo convencerme más
de que algo importante soy a los ojos de Dios,
a pesar de mi insignificancia ante los hombres.
Y esto no puede menos de ser un motivo de alegría

El cristiano convencido tiene que saber
que no se siente solo: en su caminar por la vida
tropieza con muchos rostros familiares
y muchos corazones abiertos,
aparte de los hostiles e indiferentes.
Esta protección, sabe que no le faltará
ante los problemas de la vida.
Esta presencia da fuerza y energía
en todo momento y es motivo de alegría.

El cristiano sabe que el caminar de la vida,
por tenebroso que se presente, vislumbrará,
tarde o temprano, la luz del final de este túnel,
porque sabe a dónde va y por dónde camina,
y por eso se siente libre, y el libre no tiene miedo
de sentirse perdido: vive confiado de sentirse
bien orientado. Y este es otro motivo de alegría

El cristiano sabe que en los acontecimientos
de su vida no hay absurdos ni vacíos.
Todo está cargado de sentido y de misterio,
y sabe que a través de ellos hay Alguien
que trasmite un mensaje; a veces indescifrable
de momento, y siempre consciente de que
el mensaje no es de un necio o malvado,
o de la fatalidad. Y esto da paz y alegría

A pesar de sus limitaciones e insatisfacciones,
el cristiano tiene que saber que ya se encuentra
"salvado", y que sus insatisfacciones y limitaciones
manifiestan una buena dirección hacia la meta
soñada, hacia la salvación plena y definitiva.
Y según va avanzando, va creciendo el gozo
y la esperanza; esta esperanza le capacita
para superar la angustia de la temporalidad.
La meta definitiva no es la vejez y la muerte,
es la vida y la resurrección.

El cristiano alegre sabe compartir las penas
y los gozos de los demás, e incluso,
en ese compartir el dolor, ya hay gozo y satisfacción
La alegría cristiana no es cuestión temperamental,
o receta psicológica, o terapia vitalista,
o recurso social, " es paz de Dios
que sobrepasa todo juicio y puede guardar
el corazón", es fruto del Espíritu.

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