NO OLVIDES, SEÑOR
En el amanecer de cada día pronunciar mi nombre,
enviarme, como si fuera la primera vez,
a sembrar ilusiones en los senderos espinosos
a llevar esperanza, donde gime el hombre perdido.
NO ME OLVIDES, SEÑOR
Y, si no te escucho,
manda el aliento de tu Santo Espíritu
para que, ajustándome con salario divino
-ser feliz haciendo lo que yo hago-
y nunca me canse de trabajar con el arado de mis manos
la divina hacienda o tierra que me confías.
NO ME OLVIDES, SEÑOR
Si me destinas a formar una familia,
que sea responsable en su crecimiento humano y espiritual
Si te fijas en mí para proclamar tu Palabra
que lo haga de una forma nítida y sensata
Si me llamas para ejercer la caridad,
que no me fije en aquello que doy..ni en lo que dejo atrás.
NO ME OLVIDES, SEÑOR
¡Tengo tanto miedo de no ser tu asalariado!
¡Tengo tanto temor de que no cuentes conmigo!
¡Tengo tantas dudas de si estoy trabajando tu viña
o si, por el contrario, estoy trabajando mi terreno.
NO ME OLVIDES, SEÑOR
No pases de largo y si me ves reticente
empújame con el auxilio de tu Gracia
Sorpréndeme con nuevos proyectos e ilusiones
Levántame cuando, bajo las cepas de tu viña,
vea que no producen o verdean el fruto deseado.
¡NO ME OLVIDES, SEÑOR!
Y, si no acierto a la hora de podar tu viña; perdóname
Y, si exijo algo que no es mío; que recupere la paz
Y, si las tormentas se desatan; dame un poco de calma.
¡NO ME OLVIDES, SEÑOR!
Que, hoy más que nunca, quiero ir a tu viña
Porque, entre otras cosas, trabajando para Ti y contigo
es el mejor salario que jamás haya recibido
A lo dicho, Señor…
No pases de largo…
Quiero trabajar contigo
Amén.
Fuente:revistaecclesia.com
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