Copio unas palabras
de un sacerdote, dirigidas a quienes le seguían en su empresa apostólica:
"cuando contempléis la Sagrada Hostia expuesta en la custodia sobre el
altar, mirad qué amor, qué ternura la de Cristo. Yo me lo explico, por el amor
que os tengo; si pudiera estar lejos trabajando, y a la vez junto a cada uno de
vosotros, ¡con qué gusto lo haría!
Cristo, en cambio,
¡sí puede! Y El, que nos ama con un amor infinitamente superior al que puedan
albergar todos los corazones de la tierra, se ha quedado para que podamos
unirnos siempre a su Humanidad Santísima, y para ayudarnos, para consolarnos,
para fortalecernos, para que seamos fieles". (Forja, 838)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu comentario, me alegra el alma