Especialmente indicada para los
desempleados o para quienes lo pasan mal en su puesto de trabajo
Una de las oraciones más bellas (y también más eficaces) para pedir la Gracia de
encontrar un trabajo es la Novena a San José Obrero. A menudo se recita del 22
al 30 de abril para prepararse a su fiesta, que se celebra el 1 de mayo, pero
se puede hacer siempre, especialmente en los momentos de necesidad.
¿Quién se puede
confiar a ella?
Obviamente todos, pero se aconseja para quienes
viven el drama del desempleo o para quienes sufren o han sufrido injusticias en
el puesto de trabajo. Se puede rezar por uno mismo o por los amigos o
parientes.
¿Por qué a San José?
San José es patrono de los padres de familia, de
los carpinteros, de los moribundos, además de todos los trabajadores. En la
figura silenciosa y fiel de san José “se reconoce la dignidad del trabajo
humano, como deber y perfeccionamiento del hombre, ejercicio benéfico de su
dominio sobre la creación, servicio de la comunidad, prolongación de la obra
del Creador, contribución al plan de la salvación” (cfr. Conc. Vat. II, Gaudium
et spes, 34).
Pío XII (1955) instituyó esta memoria litúrgica en
el contexto de la fiesta de los trabajadores, universalmente celebrada el 1 de
mayo. (Misal Romano)
Dignidad del trabajo
El 1 de mayo de 2013, durante la homilía matutina
en Santa Marta, el Papa Francisco reafirmó con fuerza el papel fundamental del
trabajo en la vida de todo ser humano: "Quien trabaja es digno, tiene una
dignidad especial, una dignidad de persona: el hombre y la mujer que trabajan son
dignos”. Hay personas “que quieren trabajar y no pueden”.
Y esto “es un peso para nuestra conciencia, porque
cuando la sociedad se organiza de tal forma que no todos tienen la posibilidad
de trabajar, de ser ungidos por la dignidad del trabajo, esa sociedad no va
bien: ¡no es justa! Va contra el mismo Dios, que quiso que nuestra dignidad
empezara aquí”.
Novena a san José.
Oh San José, mi protector y abogado, recurro a ti,
para que me implores la gracia, por la que me ves gemir y suplicar ante ti. Es
verdad que los sufrimientos presentes y las amarguras son quizás el justo
castigo de mis pecados. Reconociéndome culpable, ¿deberé por esto perder la
esperanza de ser ayudado por el Señor?
"¡Ah! ¡No!" – me responde tu gran devota
Santa Teresa – "Ciertamente no, oh pobres pecadores. Dirigíos en cualquier
necesidad, por grave que sea, a la eficaz intercesión del Patriarca S. José; id
con verdadera fe a Él y seréis ciertamente escuchados en vuestras
peticiones".
Con tanta confianza, me presento, por tanto, ante Ti
e imploro misericordia y piedad. Tu, en lo que puedas, oh san José, préstame
socorro en mis tribulaciones. Suple mi falta y, poderoso como eres, haz que,
obtenida por tu intercesión la gracia que imploro, pueda volver a tu altar para
honrarte con mi reconocimiento.
Padre Nuestro – Ave María – Gloria.
No olvido, oh misericordioso S. José, que ninguna
persona en el mundo, por gran pecadora que sea, haya recurrido a ti, quedando
defraudada en la fe y en la esperanza puestas en ti.
¡Cuántas gracias y favores has obtenido a los
afligidos! Enfermos, oprimidos, calumniados, traicionados, abandonados,
recurriendo a tu protección han sido escuchados. No permitas, oh gran Santo,
que yo sea el único, entre tantos, que quede privado de tu consuelo. Muéstrate
bueno y generoso también hacia mi, y yo, dándote las gracias, exaltaré en ti la
bondad y la misericordia del Señor.
Padre Nuestro – Ave María – Gloria.
Oh excelsa Cabeza de la Sagrada Familia, yo te
venero profundamente y de corazón te invoco. A los afligidos, que te han rezado
antes que yo, les concediste consuelo y paz, gracias y favores.
Dígnate por tanto consolar también mi alma
dolorida, que no encuentra descanso en medio de las injusticias de las que está
oprimida. Tu, oh sapientísimo Santo, ves en Dios todas mis necesidades antes de
que yo te las exponga con mi oración. Tu por tanto sabes muy bien cuán
necesaria me es la gracia que te pido.
Ningún corazón humano me puede consolar; de ti
espero ser consolado, oh glorioso Santo. Si me concedes la gracia que con tanta
insistencia yo pido, prometo difundir la devoción hacia ti, ayudar y apoyar las
obras que, en tu Nombre, surgen para alivio de tantos infelices y de los pobres
moribundos. ¡Oh S. José, consolador de los afligidos, ten piedad de mi dolor!
Padre Nuestro – Ave María – Gloria.
(Repetir la novena los restantes días)
(Repetir la novena los restantes días)
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