Jesús, Señor de mi vida, Tú siempre me dices que buscar el Reino del
Padre exige una entrega total del corazón y una plena confianza en su voluntad
y en las promesas que nos dejaste
Tus Apóstoles lo dejaron todo para seguirte, casa, familia, bienes,
trabajo; esto hace que me cuestione: ¿qué he dejado yo? Pienso que es poco lo
que hago por Ti, lo que he dejado por seguir y vivir tu Palabra.
No puedo servirte como me lo pides si sigo aferrado a lo material, a lo
poco que tengo. No quiero vivir egoístamente mi vida poniendo mi esperanza en
las riquezas, en lo que voy a obtener para mi propio beneficio.
Seguirte fielmente no implica que no tendré problemas o dificultades en
mi caminar, más bien, deberé prepararme para las persecuciones, pero sé que
puedo encontrar en Ti la fuerza y el ánimo necesario para salir adelante.
¡Tú eres el dueño de todo! ¡Tú has vencido al mundo! Te pido que abras
mis sentidos y envíes sobre mí tu Espíritu Santo para saber discernir lo que es
correcto para mi vida
Ayúdame, oh Dios de amor, a no apegarme a los bienes de este mundo, para
así, sólo centrar mi atención en Ti, estar unido a Ti, servirte, adorarte y
amarte, todo lo demás me vendrá por añadidura.
Cuento ahora con tu bendición que me protege y me guía por ese camino
angosto pero lleno de vida.
Tu amor, tu abrazo y tu amistad son ingredientes poderosos que me
impulsarán a mantenerme firme en la búsqueda de la eternidad.
Amén
amén, querida Margda, sigamos en camino hacia el cielo, de la mano de Santa María, de la mano de Cristo, Nuestro gran Amor. Vamos juntos. Como Iglesia, Esposa muy amada y cuidada por Dios mismo. Un fuerte abrazo.
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