Hay algunos que piensan que los católicos
adoramos a María ¿Es eso cierto?
Primero que nada, hay que decir que los católicos no adoramos a la Virgen María. El
culto que le profesamos no es adoración, puesto que ésta corresponde únicamente a Dios.
Los católicos veneramos a la Virgen María, porque Ella es la mujer a quien Dios escogió
para que fuera la Madre de Cristo. Es decir, María no es una persona cualquiera, es la
Madre del mismo Dios.
María es bienaventurada por el hecho de haber sido escogida por Dios para llevar al
Salvador en su seno, y por ello los católicos la hemos llamado así durante "todas
las generaciones". El respeto y veneración que le profesamos los católicos a la
Santísima Virgen tiene, por lo tanto, bases bíblicas sólidas.
1. Desde el designio divino
Dios manda alabar a María. El ángel Gabriel enviado por Dios saludó a María con estas
palabras: "Alégrate, llena de gracia, el Señor es contigo" (Lc 1,28). Dios
Padre ha querido asociar a María a la realización de su Plan de Reconciliación. Es así
que María está asociada a la obra de su Hijo, el Señor Jesús. No es un simple capricho
o exageración el reconocer la maternidad divina de María. El misterio de María está
íntimamente unido al misterio de su Hijo. En Ella "todo está referido a
Cristo", subordinado a Él. María no tiene naturaleza divina y todos sus dones le
vienen por los méritos de su Hijo, y no por ello deja de ser una mujer única, con dones
únicos para una misión muy particular en la historia.
María coopera en la obra de la Reconciliación. Para ser la Madre del Salvador, María
fue dotada por Dios con dones a la medida de su importante misión; ella es la "Llena
de gracia". Sin esta gracia única, María no hubiera podido responder a tan grande
llamado. Ella es Inmaculada, libre de todo pecado original, en virtud de los méritos de
su Hijo (LG 53).
Los relatos evangélicos presentan la concepción virginal como una obra divina que
sobrepasa toda comprensión y posibilidad humanas (Catecismo de la Iglesia Católica n.
497). María es, pues, una mujer muy especial, dotada por Dios para ser Madre del
Redentor, Madre de Dios.
2. Testimonio de las Escrituras
Los Evangelios nos la presentan como activa colaboradora en la misión de su Hijo. En
Belén da a luz a Jesús, lo presenta a los pastores, a los Magos y en el Templo; convive
con Él treinta años en Nazareth; intercede en Caná; sufre al pie de la cruz; ora en el
Cenáculo. Por tanto, hacer a un lado a María, separarla de Cristo, no es lo que la
revelación enseña. Si los Reyes Magos adoraron a Jesús en brazos de María, ¿será
idolatría imitar su ejemplo?
3. En la vida de la Iglesia
La Iglesia nos presenta a María como Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora. "Pero
todo esto ha de entenderse de tal manera que no reste ni añada nada a la dignidad y
eficacia de Cristo, único Mediador" (S. Ambrosio). La luna brilla porque refleja la
luz del sol. La luz de la luna no quita ni añade nada a la luz del sol, sino manifiesta
su resplandor. De la misma manera, la mediación de María depende de la de Cristo, único
Mediador.
El culto a María está basado en estas palabras proféticas: "Todas las generaciones
me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi maravillas el Poderoso" (Lc 1,
48-49). Ella será llamada bienaventurada, no porque su naturaleza sea divina, sino por
las maravillas que el Poderoso hizo en ella. Así como María presentó a los pastores al
Salvador, a los Magos al Rey, para que lo adoraran, le presentaran dones y se alegraran
con el gozo de su venida, así el culto a la Madre hace que el Hijo sea mejor conocido,
amado, glorificado y que, a la vez, sean mejor cumplidos sus mandamientos. María nunca
busca reducir la gloria de su propio Hijo; todo lo contrario, y así es como lo ha
entendido la Iglesia desde los primeros siglos, cuando oraban al Señor los discípulos en
el Cenáculo en compañía de la Virgen Madre (Hch 1,14).
Foto de: Rezika Bogdan https://plus.google.com/u/0/114030935241415979260
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu comentario, me alegra el alma