"Yo soy Rey. Para esto nací, para esto vine al mundo, para ser testigo de la Verdad". (Jn 18, 36-37)
" Por eso Dios lo engrandeció y le concedió el Nombre que está
sobre todo nombre, para que, ante el Nombre de Jesús, todos se
arrodillen, en el Cielo, en la tierra y entre los muertos. Y
toda lengua proclame que Cristo Jesús es el Señor, para Gloria de
Dios Padre." (Fil. 2, 9 -11)
El Papa Pio XI escribió la Carta Encíclica Quas Primas, sobre la Fiesta de Cristo Rey.
LA REALEZA DE CRISTO
"Ha sido
costumbre muy general y antigua llamar Rey a Jesucristo, en
sentido metafórico, a causa del supremo grado de excelencia
que posee y que le encumbra entre todas las cosas creadas.
Así, se dice que reina en las inteligencias de los hombres, no
tanto por el sublime y altísimo grado de su ciencia cuanto
porque El es la Verdad y porque los hombres necesitan beber de
El y recibir obedientemente la verdad. Se dice también que
reina en las voluntades de los hombres, no sólo porque en Él
la voluntad humana está entera y perfectamente sometida a la
santa Voluntad Divina, sino también porque con sus mociones e
inspiraciones influye en nuestra libre voluntad y la enciende
en nobilísimos propósitos. Finalmente, se dice con verdad que
Cristo reina en los corazones de los hombres porque, con su
supereminente caridad (Ef 3, 19) y con su mansedumbre y
benignidad, se hace amar por las almas de manera que jamás
nadie —entre
todos los nacidos—
ha sido ni será nunca tan amado como Cristo Jesús. Mas,
entrando ahora de lleno en el asunto, es evidente que también
en sentido propio y estricto le pertenece a Jesucristo como
hombre el título y la potestad de Rey; pues sólo en cuanto
hombre se dice de El que recibió del Padre la potestad, el
honor y el reino (Dan 7, 13-14); porque como Verbo de Dios,
cuya sustancia es idéntica a la del Padre, no puede menos de
tener común con Él lo que es propio de la divinidad y, por
tanto, poseer también como el Padre el mismo imperio supremo y
absolutísimo sobre todas las criaturas." (Quas
Primas, n. 6.
11 de diciembre de 1925.)
Consagración de la humanidad para
el día de Cristo Rey
el día de Cristo Rey
Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano!
Miradnos
humildemente postrados; vuestros somos y vuestros queremos ser, y a fin
de vivir más estrechamente unidos con Vos, todos y cada uno
espontáneamente nos consagramos en este día a vuestro Sacratísimo
Corazón.
Muchos,
por desgracia, jamás, os han conocido; muchos, despreciando vuestros
mandamientos, os han desechado. ¡Oh Jesús benignísimo!, compadeceos de
los unos y de los otros, y atraedlos a todos a vuestro Corazón
Santísimo.
¡Oh Señor! Sed Rey,
no sólo de los hijos fieles que jamás se han alejado de Vos, sino
también de los pródigos que os han abandonado; haced que vuelvan pronto a
la Casa Paterna, que no perezcan de hambre y miseria.
Sed Rey de
aquellos que, por seducción del error o por espíritu de discordia,
viven separados de Vos; devolvedlos al puerto de la verdad y a la unidad
de la fe para que en breve se forme un solo rebaño bajo un solo Pastor.Sed Rey de los que permanecen todavía envueltos en las tinieblas de la idolatría; dignaos atraerlos a todos a la luz de vuestro Reino.
Conceded, ¡oh Señor!, libertad segura a vuestra Iglesia; otorgad a todos los pueblos la tranquilidad en el orden; haced que del uno al otro confín de la tierra no resuene sino esta voz: ¡Alabado sea el Corazón divino, causa de nuestra salud! A Él se entonen cánticos de honor y de gloria por los siglos de los siglos. Amén .
(Esta oración fue prescrita por el Papa Pío IX para la fiesta de Cristo Rey, en la Carta Encíclica Quas Primas)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu comentario, me alegra el alma