Cuando yo era
niño, llamó Dios a la puerta de mi
corazón.
En aquella temprana etapa vivía tan absorto en los juegos de la infancia que no
presté atención a sus palabras lejanas.
Años después volvió Dios a visitarme.
Esta vez golpeó con la
fuerza de sus nudillos la puerta de mi corazón. Aún recuerdo su voz, pero me asediaban
los problemas de la juventud: mi primer amor, los estudios y el ejercicio de diversas
cualidades destacables. También en la madurez vino Dios, pero me
resultaba imposible escuchar; no encontraba el momento oportuno para responder a su
llamada.
Poco antes de morir, estando sumido en las preocupaciones sobre la inminencia del más
allá, abrí la rendija de mi puerta para buscar respuestas ante tanta incertidumbre.
Me
quedé estupefacto: un hombre de cabellos blancos como la nieve y ojos refulgentes
permanecía sentado junto a mi endeble corazón. Me acerqué a él y le pregunté qué
deseaba. "Yo soy Dios", me dijo. "Llevo aquí
sentado durante toda tu vida para traerte un mensaje de felicidad". Entonces, mis
manos acogieron una misión maravillosa que pude disfrutar sólo unos momentos antes de
morir.
http://webcatolicodejavier.org/cuandoDiosllamo.html
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