1. Bienaventurado si, en el Año de la Fe,
no tienes tu corazón exclusivamente centrado en la
riqueza,
en el afán de tener. Te darás cuenta que, en la
pobreza,
encontrarás tu libertad y tu razón de ser: eres
persona.
2. Bienaventurado si, en el Año de la Fe,
eres manso. Comprenderás que, la violencia, solo
engendra
más violencia. Que la bondad, la paciencia o la
humildad
son como el imán: hace muchos amigos y verdaderos.
3. Bienaventurado si, en el Año de la Fe,
sabes llorar. Cuando hasta ti lleguen las horas
amargas tendrás
cerca de ti alguien que te consuele y un pañuelo
que enjugue
tus lágrimas. Te acordarás de aquello: “amor, con
amor se paga”.
O, también, “¿manos que dais…qué esperáis?”
4.
Bienaventurado si, en el Año de la Fe,
sigues luchando por la justicia allá donde estás.
Si, los mandamientos, son señales que iluminan tu
conducta.
Procura dejar los juicios para Dios y, cuando
estés frente a Él,
recogerás el fruto de tu complicidad o de tus
silencios.
5. Bienaventurado si, en el Año de la Fe,
no dejas que nadie corrompa tu corazón; si, a tu
corazón,
le das la limpieza del amor y el brillo de la
esperanza.
En el Sacramento de la confesión encontrarás,
además
de un buen detergente, una Palabra del Señor, una
palabra
de sacerdote y una Bendición de Dios.
6. Bienaventurado si, en el Año de la Fe,
eres valiente; si no te andas por las ramas a la
hora
de defender tus convicciones religiosas; si,
además,
procuras nutrirte y formarte en la historia del
cristianismo
y de la misma Iglesia. Si lo haces así un día,
también Jesús,
te defenderá y te reconocerá ante el Padre.
7. Bienaventurado si, en el Año de la Fe,
no ocultas lo que eres y lo que profesas; si, ante
un mundo
en el que todo se relativiza, eres capaz de ser
una señal
de la presencia de Dios. Tu recompensa, aunque
ahora
te parezca incierta, será grande y eterna en el
cielo.
8 .Bienaventurado si, en el Año de la Fe,
eres pacífico; si te alejas de las situaciones de
conflicto
pero no rehúyes de aquellos momentos en los que,
tu palabra,
es necesaria para la paz o para el bienestar de
los más necesitados.
Ser pacífico no es lo mismo que vivir ajeno a
todo.
Seamos bienaventurados,
en este Año de la Fe, aprendiendo, meditando y
llevando
a la práctica estos 8 caminos de felicidad que son
las bienaventuranzas.
Seamos bienaventurados,
en este Año de la Fe, poniendo en el eje de la
rueda
de nuestra vida a Cristo.
Seamos bienaventurados,
en este Año de la Fe,
disfrutando con las cosas de Dios y con todo
aquello
que la Iglesia nos propone como pautas para vivir
como Dios manda.
Y es que, el Año de la Fe,
es un recordatorio
de cómo ser feliz y de cómo alejarnos de los
caminos
de la desdicha que el mundo nos presenta como
patrón
del disfrute.
P. Javier Leoz
Don Javier Leoz es Delegado de
Religiosidad Popular
(Diócesis Pamplona-Tudela)
Fuente:celebrandolavida.org
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