Feliz Día del Señor.
Cuántas veces actúo de forma hipócrita e indolente como el levita o el sacerdote de esta parábola de Jesús: los más cercanos a la pobre víctima dan un rodeo para no ayudar al prójimo, con la excusa de ir al templo o de estar muy atareado.
Mientras, el buen samaritano, que pertenece a un pueblo enemistado con los judíos, se agacha, abraza, cuida y acoge al herido, dando una gran lección a los "sabios" y "perfectos":
No hay amor a Dios sin amor al prójimo. El Señor quiere misericordia, no sacrificios.
¡A ver si aprendo!
Que tengáis un magnífico día.
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