Otro medio para permanecer fiel, hijas mías, es un desprendimiento perfecto de padre, de madre, de familiares y de amigos, de manera que le pertenezcan solamente a Dios. Y para obtener ese gran bien, es necesario desprenderse de todo y de tener nadie propio. Los apóstoles tenían ese desprendimiento. Por una moneda, tendrán cien; tantas damas, tantas madres; así es, hijas mías, la Providencia no les faltará jamás. ¿Tendrían ustedes el coraje de entregarse a Dios, que tanto piensa en ustedes? No pretendan reservarse cualquier cosa para su propia subsistencia; confíen siempre en la Providencia. Los ricos pueden caer en la necesidad por los accidentes que ocurren a menudo, pero aquellos que quieren depender enteramente de Dios jamás se encontrarán en la pobreza.
¿Verdad que es bueno vivir así, hijas mías? ¿A qué hay que temer? Pues Dios prometió que no les faltará nada a las personas que habrán cuidado de los pobres. Hijas mías, ¿no quisieran más las promesas de Dios que los engaños del mundo? Dios se ha obligado a proveernos en todas nuestras necesidades.
San Vicente de Paúl (1581-1660)
presbítero, fundador de la Congregación de la Misión y las Hijas de la Caridad
Entrevistas a las hijas de la Caridad, 31/07/1934
(Trad. ©Evangelizo.org)
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